SEPTIEMBRE DE 1985: ORGANIZACIÓN Y SOLIDARIDAD DEL PUEBLO MEXICANO

Terremoto 1985
Nacional
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Los expertos invitan a las autoridades a comprometerse con la construcción de ciudades seguras para sus ciudadanos, así como a difundir la cultura de la prevención en la sociedad, para estar preparados ante cualquier emergencia.

El 19 de septiembre de 1985, a las 7:19 de la mañana, se registró un sismo de 8.1 grados en la Ciudad de México —entonces Distrito Federal—; la duración del movimiento fue de aproximadamente minuto y medio, tiempo suficiente para provocar severos daños en construcciones y dejar sin vida a miles de personas.

En un ambiente de desolación, temor y enojo por la tardía actuación de los titulares del Ejecutivo federal y del entonces Departamento de Distrito Federal, surgió en la ciudadanía un espontáneo movimiento de solidaridad y auxilio que, junto con policías, bomberos y socorristas, encabezó las primeras tareas de rescate.

A 40 años de aquel sismo, sociedad y autoridades recuerdan a los héroes anónimos que rescataron vidas —aun a costa de las suyas—, que cargaron heridos, que alimentaron y dieron alojamiento a los miles de damnificados, que demostraron el gran espíritu de solidaridad ante la desventura.

Tragedia

Aquella mañana del jueves 19 de septiembre de 1985 la capital del país se paralizó por unos momentos al presentarse la fuerte sacudida provocada por el sismo, cuyo epicentro se registró en las costas de Michoacán.

Luego del movimiento oscilatorio y trepidatorio, que duró aproximadamente minuto y medio, sucedió el derrumbe de construcciones y el levantamiento de pavimento en diversas zonas de la capital del país, principalmente el Centro Histórico, la Unidad Habitacional Nonoalco Tlatelolco y el Multifamiliar Benito Juárez, así como las colonias Roma, Condesa, Guerrero, Juárez, Cuauhtémoc, Obrera, Doctores y Narvarte.

Además de edificios y casas, aquel temblor dañó guarderías; fábricas y talleres, como aquel de San Antonio Abad donde laboraba un nutrido grupo de costureras; clínicas y hospitales, como el Centro Médico Nacional del Instituto Mexicano del Seguro Social, el Hospital Juárez y el Hospital General de México de la Secretaría de Salud.

También colapsaron o sufrieron daños estructurales decenas de escuelas, como el Conalep de la avenida Juárez y la Universidad Chapultepec; hoteles, como el Regis, el Versalles y el Del Prado; oficinas públicas, como la sede del Departamento del Distrito Federal en el Zócalo y la Procuraduría General de Justicia; así como inmuebles de las secretarías del Trabajo, de Comunicaciones y Transportes y de Comercio y Fomento Industrial.

Además, cayeron o sufrieron daños la Torre 4 del Conjunto Pino Suárez; el Edificio del periódico Cine Mundial; los Televiteatros; edificios y sucursales bancarias; y templos religiosos como la Parroquia de Nuestra Señora de Fátima.

Por varias horas la ciudad quedó incomunicada con otras entidades por la caída de torres de transmisiones y los daños a la infraestructura de telecomunicaciones; aunado a ello se interrumpió por largas horas el servicio de luz en casi toda la urbe y se suspendió el suministro de agua por daños a la red hidráulica.

Cerca de las 10:30 de la mañana el presidente Miguel de la Madrid y el regente del Departamento del Distrito Federal, Ramón Aguirre, hicieron un recorrido por diversas zonas afectadas. El primer mandatario ordenó el despliegue de elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional y de la Secretaría de Marina para las labores de auxilio.

Para esas horas, ya miles de capitalinos se encontraban en los alrededores de las construcciones colapsadas para auxiliar a los heridos y, sobre todo, tratar de rescatar a quienes aún se encontraban debajo de los escombros: con palas, picos, cubetas o a mano retiraban piedras y trataban de mover —con magros resultados— pesadas estructuras.

Junto a esa ciudadanía espontánea actuaban policías, bomberos y socorristas, sin coordinación institucional y prácticamente sin equipos, pero sí con mucho entusiasmo; ellos fueron los primeros servidores públicos en auxiliar a la gente.

Réplica: del pánico al terror

Durante el transcurso del día los capitalinos y el país entero comenzaron a conocer la dimensión de la tragedia gracias a los reportes de los medios informativos, los cuales, al mismo tiempo, servían como canales de comunicación entre los miles de damnificados y las autoridades, pues les hacían saber de las situaciones de emergencia o las necesidades de material médico, alimentos u otro tipo de insumos.

En ese momento ya se hablaba de miles de muertos. Posteriormente las autoridades reconocerían seis mil, mientras que las organizaciones civiles reportaban hasta 30 mil fallecidos.

Para el viernes 20 de septiembre la gran mayoría de las colonias capitalinas permanecían sin energía eléctrica y sin agua; las clases estaban suspendidas; los servicios médicos colapsados; escaso transporte público y prácticamente sin actividad económica.

A las 19:38, en medio de la oscuridad y el sonido de sirenas de ambulancia, llegó la réplica: un sismo de 7.6 grados volvió a sacudir la tierra, mientras el cielo se iluminaba con un destello color rojizo.

Este nuevo movimiento terminó por echar abajo edificaciones dañadas y al caer estas mucha de la gente atrapada perdió la vida, al igual que no pocos rescatistas. El pánico se apoderó de los capitalinos.

Luego de este segundo sismo el presidente De la Madrid dirigió un mensaje a la nación. Informó que las zonas más afectadas eran el Distrito Federal, Michoacán, Guerrero, Colima y Jalisco.

Sismos CDMX

El desaparecido Parque del Seguro Social —donde jugaban beisbol los Diablos Rojos y los Tigres— había sido acondicionado como morgue; personal de salud y otros servidores públicos cubrían los cuerpos con hielo para tratar de evitar su rápida descomposición y con ello facilitar su identificación.

Las fotografías de aquella morgue comunitaria y los cientos de inmuebles colapsados eran descritas por la prensa como “escenas dantescas”.

A pesar de ello, las tareas de rescate continuaron. Soldados, marinos, policías, bomberos y rescatistas siguieron trabajando y siendo auxiliados por cientos de personas. Era la fuerza de una ciudadanía que manifestó por instinto aquellos valores propios de la sociabilidad y la humanidad.

No solo se trataba de los que quitaban escombros o intentaban meterse (el nacimiento de los famosos Topos”) entre acero retorcido y lozas de concreto partidas, sino también de aquellos que llevaban alimento y agua a quienes trabajaban extensas jornadas en busca de sobrevivientes

Aquel fatídico 20 de septiembre comenzaron a llegar a México brigadas especializadas de rescate de varias naciones: Estados Unidos, Canadá, Alemania, Francia, Holanda y Suiza.

Desde Estados Unidos docenas de vuelos eran cargados y enviados a nuestro país con alimentos no perecederos, ropa, tiendas de campaña, cobijas, productos de aseo personal, palas, picos, cascos. Los donantes: miles de migrantes mexicanos que a la distancia también se solidarizaban con sus paisanos.

Un total de 43 naciones amigas y organismos internacionales, como la Cruz Roja, hicieron significativas donaciones para la reconstrucción de las zonas afectadas. Asimismo, el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo abrieron líneas de crédito a México para el mismo fin.

El 25 de septiembre el DDF, la SSA y la Semar comenzaron los trabajos de desinfección de las zonas afectadas por medio de fumigaciones de hipoclorito de sodio.

A las 10:08 de la mañana del día 27 se presentó una nueva réplica, de 5.5 grados. Y una más el 29, de 4.5 grados. Más allá de las réplicas, la gente sentía la sensación de temblores en todo momento.

El 3 de octubre, en un nuevo mensaje a la nación, De la Madrid agradeció la ayuda prestada por la sociedad civil en las labores puestas en marcha para el rescate de sobrevivientes y cadáveres.

Fue el reconocimiento oficial a la invaluable ayuda que prestó una naciente sociedad civil organizada, solidaria y valiente.

Temblor

Protección civil

De aquella experiencia traumática de 1985 surgió la necesidad de crear un sistema de protección para prevención y seguridad de los ciudadanos y aminorar los daños por desastres naturales, no solo por sismos sino también por huracanes, reblandecimientos o desgajamientos de tierra, inundaciones o desbordamientos de ríos que cada año impactan a México.

El 6 de mayo de 1986 se publicó el decreto por el cual se creó el Sistema Nacional de Protección Civil con la finalidad de permitir a las autoridades y a la sociedad coordinarse de una manera eficiente y rápida en caso de un desastre.

Su propósito es efectuar acciones coordinadas para la protección de la población contra los peligros que se presenten en nuestro territorio, ya sean de origen natural, como los sismos o huracanes, o aquellos originados por la actividad humana que puedan eventualmente terminar en un desastre.

En 1989 se inauguró el Centro de Instrumentación y Registro Sísmico, asociación civil dedicada a promover el desarrollo de la instrumentación sísmica y mitigar los daños a la población a través de la investigación científica y tecnológica.

En 1989 dicho centro de investigación desarrolló el Sistema de Alerta Sísmica de la Ciudad de México, pero fue hasta 1991 cuando este comenzó a operar con doce estaciones que cubrían parcialmente la costa de Acapulco, Guerrero, convirtiéndola en la primera alerta sísmica del mundo.

Además del sistema de alerta sísmica, se establecieron programas para crear la cultura de la prevención en escuelas y centros de trabajo y ensayar, mediante simulacros, las acciones en caso de sismo.

Aprendizaje

La lectura que tenemos en 2025 sobre los fenómenos naturales y los desastres es distinta a la que se tenía en 1985.

Hoy se sabe que los desastres son multifactoriales y se vinculan a condiciones de vulnerabilidad de poblaciones y asentamientos humanos, señala el coordinador de Humanidades de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Miguel Armando López Leyva.

“La conmemoración por los 40 años de los sismos de 1985 en la Ciudad de México obliga a pensar en el presente y en el futuro de las urbes desde el desarrollo sostenible, lo cual supone metrópolis con viviendas y servicios básicos adecuados, sistema de transportes seguros, planificación y gestión participativas, reducción de muertes por desastres, disminución del impacto ambiental”, añade.

A su vez, la coordinadora de la Investigación Científica de la UNAM, María Soledad Funes Argüello, externa que el 19 de septiembre de aquel año “nos dejó pérdidas irreparables y profundas lecciones. Nos mostró con crudeza la vulnerabilidad de nuestra ciudad, pero también la solidaridad y la capacidad de respuesta de la sociedad mexicana”.

También afirma que “la UNAM fue fundamental para la creación del Centro Nacional de Prevención de Desastres y la consolidación del Sistema Nacional de Protección Civil, instituciones que hoy son referencia obligada en la gestión del riesgo”.

Protección civil

A decir del director general del Centro Nacional de Prevención de Desastres, Enrique Guevara Ortiz, a partir de la lección del sismo hubo una nueva visión. El Estado mexicano creó el Sistema Nacional de Protección Civil y dos años después el Centro Nacional de Prevención de Desastres, con el apoyo de la UNAM y la cooperación internacional.

“Esa alianza entre ciencia, instituciones y sociedad nos permitió dar un paso histórico hacia un modelo más sólido de prevención y de gestión del riesgo. Gracias a ese respaldo se consolidó la red sísmica mexicana, que hoy es base para la vigilancia de nuestra sismicidad y el Sistema Nacional de Alerta de Tsunamis, que contribuye a proteger a millones de personas en zonas costeras”, describió.

Consideró que “40 años después debemos reafirmar que los desastres no son naturales: son la materialización de riesgos que nosotros mismos construimos a través de nuestras decisiones y de la manera en que ocupamos el territorio con las condiciones sociales y económicas que generan vulnerabilidades”.

En su oportunidad, Ana Laura Peniche Montfort, coordinadora de la Hemeroteca Nacional, subraya el papel de la prensa luego de los sucesos. “En medio del caos y la incertidumbre, cuando las estructuras cayeron y las comunicaciones se interrumpieron, los medios de comunicación se convirtieron en la única ventana a la realidad para millones de personas. Sin redes sociales, ni internet, periodistas, fotógrafos y camarógrafos asumieron la enorme responsabilidad de informar. Documentaron la destrucción y se constituyeron en el puente entre las autoridades y la ciudadanía; y entre las familias desesperadas que buscaban a sus seres queridos. La cobertura de la prensa no fue simplemente un registro de los hechos, fue un acto de servicio, un testimonio de la solidaridad y la resiliencia de una ciudad que se negaba a rendirse”.

Y concluye: “Las publicaciones periódicas de aquellos días, impresas en papel, son mucho más que simples reportes noticiosos: son el testimonio tangible de nuestra historia colectiva”.

El pasado 19 de septiembre, como cada año, se recordó a las víctimas de aquellos lamentables sucesos; se rindió homenaje a los héroes que ayudaron a salvar vidas y recuperar personas fallecidas; se izó la bandera nacional a media asta; y se llevó a cabo un macrosimulacro para fomentar la cultura de la prevención.

A 40 años de los sismos de 1985 los expertos invitan a reflexionar sobre la importancia de construir ciudades seguras y estar siempre preparados ante la presencia de cualquier desastre. Asimismo, todos recordamos que en aquellos días la sociedad demostró su capacidad de organización y su gran sentido de solidaridad.

Septiembre de 1985

El sismo del 19 tuvo su epicentro en las costas de Michoacán. Registró una magnitud de 8.1 grados. Fue de movimiento oscilatorio y trepidatorio.

El sismo del 20 (réplica) tuvo su epicentro en las costas de Guerrero. Tuvo una magnitud de 7.6 grados. Fue de movimiento oscilatorio.

Ambos movimientos se sintieron en Michoacán, Guerrero, Colima, Jalisco, Distrito Federal (Ciudad de México) y Estado de México.

Las cifras oficiales reportaron seis mil muertos, en tanto que organizaciones ciudadanas reportaron hasta 30 mil.

El número de lesionados superó los 40 mil, de acuerdo con datos oficiales.

La cifra de damnificados rebasó los 150 mil.

Se reportaron alrededor de 30 mil construcciones (viviendas y otros inmuebles) destruidas y 60 mil con graves daños.

Se calcularon pérdidas por alrededor de cuatro mil 100 millones de dólares.

¿Mes sísmico?

De acuerdo con los expertos “es una coincidencia que eventos de magnitud importante en México ocurran históricamente en septiembre”.

Además, afirman, “los sismos no se pueden predecir y tampoco suceden por temporadas”.

Pero, ahí están las coincidencias:

  • 19 de septiembre de 1985 Sismo de 8.1 grados con epicentro en Michoacán.
  • 20 de septiembre de 1985 Sismo (réplica) de 7.6 grados con epicentro en Guerrero.
  • 7 de septiembre de 2017 Sismo de 8.2 grados con epicentro en el Istmo de Tehuatepec.
  • 19 de septiembre de 2017 Sismo de 7.1 grados con epicentro en Puebla.
  • 7 de septiembre de 2021 Sismo de 7.1 grados con epicentro en Guerrero.

Qué hacer antes, durante y después de un sismo

Antes

  • Prepara tu plan familiar de protección civil.
  • Organiza y participa en simulacros de evacuación.
  • Procura que la edificación donde vives esté construida con base en un diseño que cumpla con el reglamento de construcción local.
  • Revisa con regularidad si aparecen grietas en los muros y columnas de tu vivienda.
  • Identifica las zonas de seguridad en tu casa, escuela o lugar de trabajo.
  • Revisa constantemente las instalaciones de gas y luz.
  • Prepara tu mochila de emergencia.

Durante

  • Conserva la calma y ubícate en la zona de seguridad.
  • Aléjate de objetos que puedan caer y de ventanas.
  • Si te encuentras en tu automóvil estaciónate y aléjate de edificios altos, árboles de gran altura o postes.
  • Si te encuentras en zonas costeras aléjate de la playa, ríos, arroyos, zonas pantanosas o lagunas y refúgiate en zonas altas.

Después

  • Revisa tu casa después de un sismo.
  • Utiliza el teléfono solo en caso de emergencia.
  • No enciendas cerillos o velas hasta asegurarte que no hay fuga de gas.
  • Mantente informado, no propagues rumores y atiende las recomendaciones de las autoridades.
  • Recuerda que se pueden presentar réplicas, por lo que es importante mantenerte alerta.
  • Consulta a la autoridad local sobre las medidas que se deberán seguir en los días posteriores al impacto del fenómeno.
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