Desde los leñadores que producen árboles de Navidad en los Apalaches hasta las empresas lácteas de Wisconsin y los cultivadores de frutas y verduras en California, representantes del sector agrícola están presionando al Congreso para que apruebe una reforma migratoria más flexible, que permita la entrada de inmigrantes como mano de obra campesina.
Campos vacíos
Para el agricultor Pat McGuire, la imagen más emblemática de la actual controversia política sobre la inmigración ilegal en Estados Unidos no es la de refugiados desesperados tratando de trepar un muro o cruzar un río, sino las cerezas y manzanas que se están pudriendo en los campos porque no hay quien las recoja.
En esa zona del norte de Michigan, los cultivos están saturados de frutas y verduras sin picar, las cabañas de campesinos permanecen vacías, sin los acostumbrados inmigrantes latinoamericanos que se alojan allí. McGuire ni se ha enterado si habrá suficiente gente para encargarse de la cosecha a mediados de julio.
McGuire, de 42 años, quien se define como republicano conservador, estaba en la delegación de la American Farm Bureau Federation (Federación de Campesinos de Estados Unidos) que fueron a presentar sus argumentos ante el Congreso la semana pasada. La delegación estuvo en las oficinas de 8 legisladores y en el pleno del Senado, presionando a legisladores o a sus asistentes.
“Cada legislador nos daba su sermón político”, enfatizó McGuire, enfatizando que uno en particular le daba más prioridad a la seguridad fronteriza. Pero la frontera ya debe estar bien cerrada, opinó McGuire, “porque ya no tenemos la mano de obra que antes teníamos”.
Dato clave
En Michigan se contrata en promedio unos 45,000 obreros para cosechas cada año, muchos de ellos inmigrantes sin documentos. Parte de la cosecha de espárrago se quedó en las ramas por falta de mano de obra que la recoja.