Jóvenes en riesgo: crisis en educación y empleo

La lenta recuperación económica de los últimos años agrava la crisis del empleo juvenil a nivel mundial y actualmente es cada vez más difícil para muchos jóvenes el acceso a un trabajo de calidad.

Montserrat Bonilla
Bienestar
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La lenta recuperación económica de los últimos años agrava la crisis del empleo juvenil a nivel mundial y actualmente —en comparación con otras generaciones— es cada vez más difícil para muchos jóvenes el acceso a un trabajo de calidad: así, los costos financieros y sociales de la falta de fuentes de trabajo juvenil van en aumento, mientras la respuesta de las nuevas generaciones toma por sorpresa al mundo.

Actualmente diversos organismos internacionales observan un desajuste entre las competencias adquiridas en la academia y las exigencias del mercado laboral, por lo que ven como señal de alarma la proliferación del trabajo informal y temporal.

Sin embargo, la generación de jóvenes nacidos entre 1980 y 2001 —mejor conocidos como millennial, ecoboomers o Y— no piensa quedarse con los brazos cruzados: en países como Chile, España y Brasil, por ejemplo, se han movilizado en aras de una educación de calidad y reales oportunidades de empleo.

Y a pesar de que su forma de ver la vida escandaliza a muchos, los expertos en recursos y capital humanos reconocen el valor agregado que esta generación es capaz de aportar a cualquier empresa.

Alerta

Con motivo del Día Internacional de la Juventud (12 de agosto), la comunidad internacional insta a los gobiernos del orbe a brindar educación de calidad, programas de capacitación laboral y un empleo decente, formal y relacionado con su profesión, para los jóvenes.

Y es clara cuando advierte que, de lo contrario, no solo existirá una repercusión en el desarrollo profesional y humano de millones de personas sino también en la ya de por sí problemática economía internacional.

El último reporte sobre Juventud mundial elaborado por la Organización de Naciones Unidas (ONU) indica que 23.5% de la población joven en el orbe enfrenta pobreza laboral y el índice de desempleo juvenil alcanza 12.6%, superando al índice mundial adulto que se ubica en 4.8 por ciento.

Al analizar los valores promedio en diez países, señala que hasta ocho de cada diez trabajadores jóvenes están empleados en el sector informal; seis de cada diez no tienen un contrato de empleo estable y un tercio está subcalificado para el trabajo que desempeña.

Según el reporte de la ONU, los jóvenes viven largos periodos de desempleo o inactividad y son desmotivados para buscar otras opciones u oportunidades en el mercado laboral.

Ante ello, buscan refugio en instituciones académicas, trabajo voluntario y programas de internado en la búsqueda de conocimiento, experiencia y el desarrollo de nuevas habilidades.

Desajuste

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) estima por su parte que hoy existen 73 millones de jóvenes desempleados. Y no solo eso: el empleo informal y temporal sigue muy extendido y cada vez son más lentas las transiciones al trabajo formal.

Entre otros factores, la OIT explica que el desajuste de las competencias en los mercados de trabajo se ha convertido en una tendencia constante que dificulta encontrar y aplicar soluciones a la crisis del empleo juvenil.

La sobreeducación y el exceso de capacidades y nuevas habilidades coexisten con la subeducación y la escasez de competencias, afirma el organismo.

Pero también las oportunidades de empleo y educación son en algunos países cada vez más limitadas. México no es ajeno a este panorama, por supuesto.

Por otra parte, aunque las nuevas generaciones cuentan con una mayor variedad de carreras, especialidades y oportunidades de estudio, la oferta laboral se ha retraído: según datos del reporte Perspectivas de la juventud en México, de la Secretaría de Educación Pública (SEP) y el Instituto Mexicano de la Juventud (Imjuve), entre la población desocupada existe una cada vez mayor proporción de jóvenes con más alto nivel de escolaridad.

Esta situación responde a un contexto global en el que “los empleos formales como los conocíamos, es decir, estables y con acceso a seguridad social y otros derechos, están disminuyendo en términos proporcionales, por lo que cada vez es más difícil que la población pueda acceder a un empleo decente”, explica Alejandro Márquez, experto del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (IISUE) de la UNAM.

La escasa oferta laboral en nuestro país ocasiona la vulnerabilidad de miles de jóvenes con estudios profesionales, quienes en búsqueda de un sustento propio se refugian en empleos poco relacionados con su formación, ejerciendo trabajo voluntario en asociaciones civiles o continuando sus estudios.

Y esa baja escolaridad o profesionalización disminuye sus oportunidades futuras de empleo y, por lo tanto, “condiciona a la población a perpetuar condiciones de pobreza”, comenta Márquez.

Sin embargo, este panorama ha cambiado las expectativas laborales de los jóvenes, las cuales para algunos son egoístas, pero para otros decididas y autosustentables, al exigir y aspirar a una mejor disposición de su tiempo y, de ser posible, a convertirse en sus propios jefes al tener sus propios negocios.

México está a tiempo de responder a las exigencias de sus jóvenes, antes de que estos repliquen las fórmulas que la juventud de otros países ha utilizado para protestar contra la falta de oportunidades de desarrollo, que si bien en la mayoría de los casos no son violentas, sí tienen altos costos económicos y sociales.#generacion
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