Cuando hablamos en estos días de crisis migratorias inmediatamente nos remitimos a Europa, a Oriente Medio, al Mediterráneo, a Centroamérica… pero muchos ignoramos que, guardando las debidas proporciones, actualmente México se suma a esa lista por lo que ocurre en Baja California, y principalmente en Tijuana.
Junto con San Diego, California, la ciudad de Tijuana es el área metropolitana binacional más grande en la frontera entre Estados Unidos y México: ambas urbes conforman una de las zonas más transitadas del mundo, con 30 millones de cruces al año.
Sin embargo, en las últimas semanas ese punto fronterizo se ha visto envuelto en una situación de emergencia debido a la llegada de miles de migrantes, principalmente africanos, haitianos y centroamericanos que buscan asilo en Estados Unidos.
No se sabe con exactitud cuántos son, pero de acuerdo con organizaciones civiles superan las siete mil personas, aunque el Instituto Nacional de Migración (INM) señala que en lo que va del año solo los haitianos suman siete mil 800: han llegado a México desde Guatemala en su intento por alcanzar territorio estadunidense.
A ellos se agregan, señala el INM, mil 700 personas provenientes de África y tres mil 750 de países asiáticos, quienes han tramitado su ingreso en el centro de inmigración en Tapachula, Chiapas.
El instituto indica que no ha recibido peticiones de refugio y asilo o solicitudes de regularización migratoria por parte de ningún extranjero, ya que todos ellos manifiestan que su deseo es llegar a Estados Unidos.
Todos los días, el Instituto Nacional de Migración otorga alrededor de 50 citas para entrevistarse con un cónsul estadunidense y plantear la solicitud de asilo, de los cuales la mayoría es rechazada. Los migrantes se ven entonces en la necesidad de quedarse en Tijuana, ya que no quieren regresar a sus países y además el gobierno mexicano no puede expatriarlos porque en muchos casos no tiene acuerdos de deportación con sus naciones de origen.
Como los migrantes no pueden ser deportados, México les concede visa temporal de 20 días para que puedan cruzar el país y llegar a Estados Unidos, gracias a lo cual permanecen en nuestro territorio.
Origen
Wilner Metelus, presidente del Comité Ciudadano en Defensa de los Naturalizados y Afromexicanos (CDNAM), dice a Vértigo que la situación de estos migrantes es alarmante, ya que únicamente están siendo asistidos por algunas organizaciones humanitarias pero no existe apoyo suficiente por parte de las autoridades para atenderlos.
“La situación está muy complicada, sobre todo en Tijuana, porque siguen llegando allá pero no pueden entrar a Estados Unidos. Hay que recordar además que en el área cada día únicamente 20 personas tienen derecho a solicitar de manera formal refugio en Estados Unidos, lo que genera un grave problema en México, porque no hay asilos ni recursos económicos para atender a esa gente”, comenta el especialista.
Metelus agrega que muchos de los haitianos hoy varados en Tijuana y Mexicali salieron de países como Brasil, donde laboraban contratados en proyectos temporales en la industria de la construcción. Allá arribaron en calidad de refugiados debido al terremoto que devastó Haití en 2010.
Es decir que “los haitianos que están llegando no salieron de Haití, salieron de Ecuador, de Venezuela, de Chile, pero principalmente de Brasil, que les dio trabajo para la construcción de las instalaciones para la Copa Mundial de Futbol y los Juegos Olímpicos; pero por la crisis económica y política brasileña se terminó el trabajo y tuvieron que salir. Están haciendo recorridos de más de 120 días para llegar a México”.
Intento de engaño
Otro fenómeno que se presenta es que muchos de estos migrantes haitianos intentan hacerse pasar por refugiados africanos, particularmente provenientes de la República Democrática del Congo, donde desde 2002 existe una guerra interna.
Metelus, nacido en Haití pero naturalizado mexicano, explica que esto ocurre debido a que México ofrece asilo atemporal en forma de amnistía a los ciudadanos congoleños, mientras que las personas provenientes de Haití solo cuentan con un lapso de 20 días de estancia legal para cruzar por territorio mexicano.
“Ante la dificultad y el tiempo que requieren para ingresar a Estados Unidos, necesitan prolongar su estancia en el país. Además, es más caro repatriarlos a África que a Haití, debido a la cercanía, por lo que es más fácil expulsar a los haitianos y estos sabiéndolo prefieren decir que son de Congo”, explica.
Labor humanitaria
Por lo pronto, algunas organizaciones humanitarias intentan ayudar a reducir la crisis migratoria. Es el caso, por ejemplo, de la Casa del Migrante de Tijuana, que dirige el sacerdote estadunidense Patrick Murphy.
Sin embargo, ante la cantidad de personas que llegan a la frontera, su capacidad de ayuda ya fue rebasada y las casas de apoyo a los migrantes no son suficientes. “Estamos pidiendo lo mismo de hace mucho tiempo: un espacio grande, donde se pueda recibir a 300 personas. Tienen espacios, pero no quieren gastar dinero. El municipio terminará su mandato y argumenta que ya no tiene dinero, al igual que los gobiernos federal y del estado”, señala Murphy en entrevista.
Añade que se tiene un presupuesto federal para Baja California en la materia, pero es solo para refugiados y los mexicanos que son deportados de Estados Unidos, por lo que la sociedad civil es la que está ayudando en esta crisis actual.
“Este es un estado de emergencia, no es un ave de paso. Se les pidió ayuda desde mayo: ya tenemos cuatro meses. Nosotros ya hicimos nuestra parte y necesitamos que ellos nos ayuden con el espacio y con personal que hable francés”, dice.
El activista estadunidense informa que ha tenido juntas con funcionarios de los tres niveles de gobierno insistiendo en que necesitan el espacio, sobre todo porque cuando llega la lluvia la gente necesita un lugar seguro donde dormir. “Y ahora con el problema de que a muchos no les van a dar asilo, el gobierno tiene que hacer un plan emergente para ayudar a estas personas. Hemos tenido tres juntas, pero mucha plática y poca acción; muchas promesas, pero hasta la fecha no ha dado resultado”.
Por su parte, el secretario técnico de la Comisión de Asuntos Migratorios del Senado, José Jacques Medina, expresa a Vértigo que la cámara alta acaba de recibir un punto de acuerdo tratando de crear un fondo de apoyo a migrantes extranjeros precisamente para bregar ante esa situación en la zona fronteriza.
“La situación es difícil y se está extendiendo, va creciendo. Por ejemplo, en la semana de las fiestas patrias se cerró tres días la oficina de Tapachula y cuando se reabrió había una fila de 800 o 900 personas esperando para realizar su trámite”, comparte.
—¿De alguna manera les afecta a los migrantes el hecho de que mientan sobre su nacionalidad?
—En los trámites migratorios la mentira es el peor pecado, el crimen más grande. Sobre todo para los norteamericanos: ellos te pueden perdonar lo que quieras, pero cuando mientes es suficiente motivo para que tu trámite quede congelado por años. Lo hacen porque alguien no los supo orientar y a veces en lugar de ayudarlos los mete en ese tipo de conflictos.
Recursos
Los especialistas consultados por Vértigo coinciden en señalar que la salida a esta situación es que el gobierno federal canalice los recursos para atención de migrantes, que son 300 millones de pesos, y los envíe a la frontera para resolver el problema.
Wilner Metelus pide a los gobiernos de México y Estados Unidos que intervengan lo más pronto posible para salvar la vida de estos miles de migrantes y detener cualquier acción de tráfico ilegal de personas que pudiera estar ocurriendo.
Hace unos días, dice, el presidente Enrique Peña Nieto dio un discurso en la ONU sobre los derechos humanos e hizo una buena propuesta para otorgar un trato digno a los migrantes y concretar un acuerdo para una migración ordenada, segura y regular y con ello terminar con los discursos de odio y discriminación contra los migrantes.
El activista recuerda también que el presidente se comprometió a fortalecer el diálogo con Estados Unidos y Canadá, principales destinos de los migrantes, lo que sería bueno para salir de la crisis que hoy se vive en la frontera norte del país.