Todos ganan… y todos pierden

Cada partido formula una autoevaluación favorable de los resultados, pero lo cierto es que fueron varias las plazas clave —alcaldías y diputaciones— que cambiaron de color: es el juego de la alternancia, donde los ciudadanos deciden, con su voto, castigar o premiar a los institutos políticos y sus candidatos.

Gustavo Madero, César Camacho y Jesús Zambrano, dirigentes nacionales del PAN, PRI y PRD, respectivamente
Foto: NTX
Redacción
Política
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Por: J. A. Caporal / Á. Hernández / N. Vázquez
reporteros@revistavertigo.com

Concluidos los comicios del pasado 7 de julio en 14 entidades del país, los resultados configuran una nueva radiografía electoral en México, resultado de una serie de procesos en los que prevalecieron campañas proselitistas desangeladas, acusaciones de irregularidades entre las diversas fuerzas políticas contendientes, así como constantes ataques mediáticos por presuntos delitos electorales entre candidatos, que propiciaron, una vez más, que el gran ganador fuera el abstencionismo.

El PRI intentó reforzar su dominio electoral con el llamado “carro completo”, pero las alianzas establecidas por PAN y PRD frustraron la intención priista y, a pesar de escenarios que les auguraban derrotas fuertes, lograron arrebatarle al tricolor municipios importantes a nivel nacional, en tanto que el panismo retuvo baja California, la “joya de la corona” de las elecciones del pasado domingo 7.

El PAN, sumido en una profunda crisis electoral, política e interna, logró pese a todo conservar una entidad simbólica para su causa, cuando todo presagiaba que terminarían los 24 años de hegemonía panista en tierras bajacalifornianas, donde además ganó las alcaldías de Mexicali y Playas de Rosarito, y será mayoría en el Congreso local junto con su aliado, el PRD.

Sin embargo, los panistas tuvieron derrotas significativas en el resto de las entidades, aunque también algunos triunfos importantes en su alianza con el perredismo. Por ejemplo, ganaron en Saltillo, capital de Coahuila; triunfaron en Nuevo Laredo y Matamoros, Tamaulipas; también en el puerto de Mazatlán, Sinaloa; en Aguascalientes lograron la victoria en la capital del estado; y en Puebla ratificó su fuerza electoral al ganar la capital y municipios importantes… en tanto que sufrieron una fuerte derrota en Chihuahua.

Con menos fuerte corrió el PRD, ya que si bien jugó en su mayoría a las coaliciones, sus triunfos fueron prácticamente nulos y perdió importantes bastiones municipales en Oaxaca, Quintana Roo y Veracruz a manos de alianzas encabezadas por el priismo.

Como resultado de los comicios, el PRI mantendrá la mayoría legislativa en 11 de los 13 congresos locales donde se eligió a diputados locales.

Entre las conclusiones que se pueden sacar del pasado proceso electoral es que ninguno de los partidos o alianzas puede declararse vencedor absoluto y, salvo el PRD, que perdió municipios emblemáticos en Quintana Roo y Zacatecas, en términos absolutos se puede hablar de una contienda equilibrada, en la que si bien el priismo se mostraba confiado en obtener una victoria contundente, no lo logró.

Otra conclusión es que millones de ciudadanos acudieron a las urnas para manifestar su apoyo o rechazo por alguna de las fuerzas políticas, no obstante la pobreza de las propuestas de las campañas electorales, los ataques y la guerra sucia que se desató —sobre todo en Baja California—, lo que de nuevo provocó desinterés y que más de la mitad de la población con posibilidades de hacerlo no acudiera a emitir su voto.

Baja California

Con la victoria de Francisco Kiko Vega de Lamadrid, candidato de la alianza Unidos por Baja California, integrada por los partidos de Acción Nacional (PAN), de la Revolución Democrática (PRD), Nueva Alianza (Panal) y Estatal de Baja California, la entidad será gobernada otros seis años por el panismo, entidad que ganó en 1989 y refrendó su triunfo electoral por quinta ocasión consecutiva.

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