Por Claudia Luna Palencia
Hay una creciente esperanza porque en 2020 persista la cordura y florezca en la medida que la bruma gris de incertidumbre vaya disipándose de la aldea global. El año recién concluido estuvo marcado fundamentalmente por dos variables perniciosas: la vorágine del Brexit y la guerra arancelaria entre Estados Unidos y China.
Ambas desencadenaron dosis de incertidumbre, constriñendo los flujos de inversión directa y, en cambio, aupando la especulación bursátil y favoreciendo la huida de capitales hacia valores refugio como el oro.
El FMI habla de un costo promedio de 448 mil millones de dólares menos en el PIB global como resultado de la contracción del comercio mundial y los flujos inversores.
Existe asimismo un impacto negativo derivado de la no resolución del Brexit, suspendido hasta en dos ocasiones y quedando sin activar el artículo 50 del Tratado de Lisboa, que echa a andar el mecanismo de salida de Reino Unido de la Unión Europea (UE).
La fecha inicialmente convenida entre las autoridades británicas y las del bloque europeo señaló el 29 de marzo de 2019 como el día clave para el inicio del divorcio definitivo, pero no fue posible ante la falta de un consenso clave en la Cámara de los Comunes para aprobar el acuerdo de salida pactado entre Theresa May y la UE.
Se implementó una prórroga para darle tiempo a la entonces primera ministra a fin de convencer a los legisladores de su país: la nueva fecha quedó convenida para el 31 de octubre.
Sin embargo, ante la ausencia de margen de acción, luego de ser rechazado hasta en tres ocasiones el texto del Acuerdo del Brexit, la renuncia de May dejó a Boris Johnson como virtual ganador de las primarias del Partido Conservador.
En poco tiempo Johnson decidió convocar a elecciones generales —el pasado 12 de diciembre— con la finalidad de obtener un mayor apoyo en escaños para cumplir su promesa de poner punto final al divorcio y esta vez sí activarlo.
Con la mayoría absoluta obtenida por los conservadores con 365 escaños y tras el batacazo de los laboristas liderados por Jeremy Corbyn con 203 curules, el Brexit será inminente el próximo 31 de enero.
La propia UE celebra que finalmente pueda concluirse este largo camino tortuoso de casi tres años y medio, desde que los británicos encabezados por el entonces primer ministro David Cameron votaron por irse de la UE en el referéndum del 23 de junio de 2016. Lo votaron en un año bisiesto y curiosamente el destino los pone ahora sí en el casillero de salida en otro bisiesto como lo es 2020.
Y que finalmente acontezca es celebrado aquí en Europa como una forma de pinchar la enorme burbuja de incertidumbre y volatilidad creada desde entonces y que provoca que muchas familias, empresarios e inversores británicos detengan sus decisiones de salir de Reino Unido para instalarse en el resto del continente (y viceversa), porque no se sabe cómo quedarán finalmente sus nuevas relaciones económicas, financieras, fiscales y hasta de residencia, sanidad y pensiones si dejan la nación insular.
Se espera que una vez pulsen la salida puedan entonces sentarse a negociar un nuevo acuerdo comercial, económico y de inversiones entre Reino Unido y la UE.
Después está la guerra comercial entre EU y China; entre EU y la UE, y entre EU y el resto del mundo…
El año pasado Washington impuso una elevación arancelaria a la totalidad de las importaciones chinas sumadas por un valor de 500 mil millones de dólares.
La guerra comercial iniciada desde Washington comenzó el 8 de marzo de 2018 con el anuncio de las autoridades comerciales norteamericanas de elevar 25% los aranceles a las importaciones del acero y 10% en el caso del aluminio.
El 3 de abril de dicho año dio inicio la batalla comercial norteamericana contra las importaciones chinas, que lleva varios episodios álgidos, sobre todo a lo largo de 2019, cuando EU terminó sancionando con impuestos ad valorem a la totalidad de las importaciones proveniente del gigante asiático.
¿Hay una chispa de esperanza de que amaine la estrategia de la Unión Americana para presionar al gobierno de Beijing a incrementar sus compras agrícolas y de otros bienes estadunidenses? Sí la hay.
El primer indicio aconteció el 6 de diciembre pasado, cuando China anunció la retirada de aranceles a sus compras de soja y cerdo provenientes de productores estadunidenses. Hay quienes consideran que antes de junio de 2020 habrá un acuerdo comercial entre EU y China.
El año de la estabilización
Si el año que recién terminó los grandes organismos internacionales fueron rebajando amargamente las expectativas de crecimiento, para 2020 se parte de una base ligeramente mejor con la mirada puesta a que pronto sean disipados los nubarrones arancelarios.
Del balance de 2019 el Banco Mundial espera un PIB global de 2.6%. Este organismo es el más pesimista, en comparación con la OCDE, que prevé 2.9%, o con el FMI que ubica el crecimiento en torno de 3 por ciento.
Para 2020, también el Banco Mundial es más cauto en sus estimaciones porque parte de una previsión de un PIB global de 2.7%; en cambio, el FMI es más optimista con un PIB de 3.4% y la OCDE lo sitúa en un punto intermedio con 3 por ciento.
Las dos grandes turbinas del crecimiento global que son EU y China continuarán con su desaceleración si no desatascan sus conflictos comerciales. Para China el FMI estima un PIB de 6.1% en 2019, pero tres décimas menos para 2020 con 5.8%, y para EU lo puntúa alrededor de 2.4% en 2019 y 2% este nuevo año.
En este sentido la OCDE, que preside el mexicano José Ángel Gurría, recuerda que hay otras vulnerabilidades a las que poner especial atención: 1) Los efectos negativos del alza de los aranceles desde Washington a la UE en una serie de productos y mercancías; 2) el desempeño del sector financiero; 3) el incremento de la deuda del sector público sobre el PIB en varios países constriñendo su margen de acción y de financiamiento; y, 4) el deterioro de la calidad del crédito.
Para Laurence Boone, economista en jefe de la OCDE, habrá que poner especial énfasis en la evolución de la deuda en varios países europeos como Italia, España, Portugal y Grecia.
“Y, por supuesto, hasta que no se disipen tendremos las tensiones comerciales que ponen en peligro el desempeño inmediato futuro de la economía mundial”, comenta Boone.
La economista añade que los gobiernos no aprovechan del todo que las tasas de interés están a niveles bajos para financiarse a fin de expandir su infraestructura.
Presiones entre las tecnológicas
El FMI avizora una estabilización en los mercados monetarios en 2020, primordialmente “en los mercados emergentes” y en algunas economías desarrolladas, “cuando sean resueltas” las controversias en política comercial.
De la disipación de la inestabilidad añade que “hay riesgos en los pronósticos de que se pierda fuelle en el ritmo del PIB; todo tiene que ver con los roces comerciales y además están las tensiones tecnológicas, que pueden desanimar e influir para mal en la lentitud de la inversión”.
La tirantez en el sector de la tecnología, que es además el que más ganancias genera en los últimos años, envuelve una trama peculiar que involucra a varios países y a sus respectivos gobiernos dando pie a encontronazos en el renglón de la economía y de las sanciones.
En Washington el presidente Donald Trump está decidido a defender a Google, Microsoft, Alphabet, Amazon, Facebook, Apple, Paypal, Tesla, SpaceX, eBay, Boing y toda una amplia batería de multinacionales estadunidenses a las que ha salido a escudar desplegando su espada láser proteccionista.
Ningún organismo internacional prevé que estos roces puedan reducirse en 2020. Y llevan ya algunos meses activos entre EU y China por Huawei, al que la CIA acusa de recibir fondos de la inteligencia china en contraprestación por espiar para el gobierno de Xi Jinping. Para Beijing es solo un pretexto para que Washington siga protegiendo a sus gigantes tecnológicos de la competencia (sobre todo a Apple) y evitar que dispositivos de Huawei y de Xiaomi se vendan en Norteamérica.
El otro conflicto en acción es el de EU contra Francia por la llamada tasa Google o GAFA (por las iniciales de Google, Apple, Facebook y Amazon), que ha costado a la economía francesa enfrentar un incremento de 100% en los aranceles hasta por un valor de dos mil 400 millones de dólares de bienes y mercancías exportadas a la Unión Americana.
Para Trump es un “castigo” necesario como represalia a que el gobierno de Emmanuel Macron ha decidido imponer una tasa de 3% sobre los ingresos de los servicios digitales de las empresas tecnológicas que ingresen más de 845 millones de dólares anuales.
Y por último prevalece la imposición arancelaria de 25% al acero y 10% al aluminio, que afecta las importaciones realizadas por EU desde el resto del mundo.
¿Más riesgos? En 2020 habrá que tomar en cuenta las vulnerabilidades financieras y también el comportamiento de los mercados emergentes en materia monetaria y cambiaria. El año pasado fue malo en términos de paridad cambiaria para Argentina, Brasil, Chile, México, Colombia, Venezuela y prácticamente todos los emergentes, que resintieron devaluaciones o depreciaciones importantes respecto del dólar y el euro.
En Reino Unido el desempeño de la libra estará muy ligado con el sino del Brexit. Si bien la moneda británica generalmente presenta una resistencia considerable, en 2019 sufrió varias sesiones de pérdidas cambiarias. Diversos analistas pronostican una paridad de uno a uno de la libra con el euro.
Geopolítica candente
Este nuevo año bisiesto arranca de forma temprana con el anuncio del líder norcoreano, Kim Jong-un, de dejar a un lado su compromiso “verbal” con Trump para aparcar por unos meses sus pruebas con misiles nucleares. Ante la falta real de un documento que dé por concluidas las sanciones económicas impuestas por EU y por la ONU en respuesta a su capacidad nuclear.
El martes 3 de noviembre de 2020 habrá elecciones presidenciales y Trump buscará la reelección, aunque primero debe salvar el proceso de impeachment. Con varios frentes internos el inquilino de la Casa Blanca muy seguramente recrudecerá su posicionamiento y sus discursos contra Corea del Norte. Por supuesto, también versus Irán, nación a la que acusa de organizar una algarada callejera contra la embajada norteamericana en Bagdad y que logró ingresar en una parte del recinto diplomático.
En 2012 murió en Libia el embajador Chris Stevens en un asalto al consulado en Bengasi; y en el más reciente conato en Bagdad un Trump encolerizado acusó al régimen iraní de estar detrás y amenazó con vengarse.
Los próximos doce meses no serán sencillos en el renglón de la geopolítica. Siria sigue sin lograr la pacificación entera, con territorios como Idlib disputados por fuerzas turcas, iraníes, norteamericanas, israelitas y rusas.
Este año la OTAN ha decidido no reunirse y darse a cambio “un tiempo de reflexión” para evitar mayores roces entre los países aliados, en específico con Trump y su forma agresiva de llevar las relaciones exteriores.
Si 2019 ha traído la vuelta al rearme, en 2020 arreciará la carrera armamentista: Corea del Norte promete presentar una nueva arma estratégica y ultramoderna, así como retomar sus ensayos nucleares; y desde el Kremlin avanzan las amenazas de convertirse en líderes en armamento y tecnología hipersónicas.
A su vez, China camina a pasos agigantados en su supremacía armamentista contando con 16 misiles balísticos intercontinentales DF-41, con un alcance aproximado de 15 mil kilómetros, por lo que tienen capacidad plena para llegar hasta el corazón de EU; posee misiles hipersónicos DF-17, espías supersónicos WZ-8, drones submarinos como el HSU-001 y misiles balísticos subacuáticos JL-2.
Si el terreno es árido en la competencia de mejorar la capacidad nuclear y de armamento moderno, el espacio está puesto en la mira de Rusia, EU, China, Israel, India y también de la UE con proyectos en la Luna pero además mucho más allá: en 2020 el protagonismo será para Marte con cuatro diversas misiones a fin de recoger muestras, recabar información y realizar sendos experimentos. La NASA lanzará Mars 2020; la agencia espacial China su misión Huoxing 1 con un “orbitador y un vehículo”; por su parte, Emiratos Árabes Unidos enviará Hope Mars Mission y la Agencia Espacial Europea, junto con Rusia, mandarán su rover Rosalind Franklin.
En cuanto a los foros mundiales y el papel de los organismos internacionales este año la Organización Mundial del Comercio (OMC) cumplirá 25 años de existencia y no lo hará precisamente en el mejor momento, dado que las grandes economías globales están de acuerdo en reformarla de pies a cabeza.
El próximo G-7 se llevará a cabo en Florida. Permanece la interrogante de si Rusia logrará ser readmitida en dicho cónclave tras permanecer en la congeladora por su anexión de Crimea.
Por lo pronto al próximo Foro Económico Mundial en Davos, Suiza, no asistirá la delegación británica por petición expresa del primer ministro Johnson, quien tampoco acudirá “para no tomar champagne” con los más ricos del mundo.
Hay una ligera esperanza de que los próximos días y meses venideros permitan que el panorama económico mundial mejore, si bien la geopolítica permanecerá llena de roces, además con una clase media bastante enfadada hacia sus respectivos gobiernos. Habrá que mirar con fe el nuevo inmediato horizonte…