Quedó comprometido el cese de hostilidades —acordado entre Rusia y Estados Unidos— luego de que un ataque aéreo estadunidense en la zona de Deir Al-Zour, al este de Siria, causó decenas de bajas entre las fuerzas del gobierno de Bashar Al-Assad.
Un portavoz estadunidense admitió “un error” militar, ya que según su versión el ataque iba dirigido a integrantes del autodenominado Estado Islámico, y lamentó “las desintencionadas pérdidas de vidas”.
El Comando Central, en un comunicado, afirmó que los bombardeos “fueron detenidos inmediatamente cuando oficiales rusos advirtieran que las tropas y los vehículos atacados podían ser parte del Ejército sirio”.
Sérgei Shoigu, ministro de Defensa ruso, aseguró por su parte que si efectivamente el ataque fue un error, se debía a la negativa estadunidense a coordinar acciones militares con Moscú.
El acuerdo de cese el fuego, puesto en práctica el lunes 12 de septiembre, preveía que si la tregua lograba sostenerse por una semana, Estados Unidos y Rusia comenzarían a coordinar los ataques aéreos contra objetivos del Estado Islámico y el Frente Fateh Al-Sham (antiguo Frente Al-Nusra).
Sin embargo, fuerzas sirias retomaron los bombardeos sobre áreas de la ciudad de Alepo controladas por el Ejército Libre Sirio (FSA, por sus siglas en inglés), apoyado por Estados Unidos.
Así, cuando se cumple el primer plazo dispuesto por el acuerdo entre las dos mayores potencias militares del mundo, la posibilidad de avanzar hacia mayores niveles de coordinación quedó entre paréntesis. El cese de hostilidades, que logró efectivamente bajar los niveles de violencia en Siria, puede que haya sido solamente un espejismo.