Egipto, al borde de la guerra civil
Una violenta represión policial contra islamistas partidarios del depuesto presidente Mohamed Morsi causa cientos de muertos y provoca violentos choques armados.
Una violenta represión policial contra islamistas partidarios del depuesto presidente Mohamed Morsi causa cientos de muertos y provoca violentos choques armados.
Durante 30 años Egipto vivió bajo la ley marcial del depuesto presidente Hosni Mubárak hasta que el levantamiento civil que lo derrocó en 2011 se convirtió en el símbolo máximo contra la dictadura y el inicio de un proceso democrático que llevó a la elección, a mediados de 2012, de Mohamed Morsi como primer presidente surgido de las urnas.
Sin embargo, el 3 de julio pasado un golpe militar truncó su mandato: el general Abdel Fattah al-Sisi, jefe máximo de las Fuerzas Armadas y ministro de Defensa, anunció la destitución de Morsi, la suspensión de la Constitución de forma temporal, la creación de un gabinete tecnócrata para asumir las tareas del gobierno y el inicio de trabajos para celebrar nuevas elecciones y elegir a otro presidente.
Al frente del gobierno egipcio quedó, en calidad de mandatario interino, Adli Mansur.
La destitución de Morsi causó la ira de los Hermanos Musulmanes, la organización islamista expulsada del poder, que expresó su repudio con una serie de protestas y colocando campamentos en varias plazas.
El desafío tuvo una brutal y violenta respuesta: el pasado 14 de agosto, las fuerzas de seguridad egipcias irrumpieron en dos campamentos matando o hiriendo a cientos de personas y encendiendo una ola de violentos enfrentamientos en todo ese país.
Hablar de Egipto en este momento es hablar de represión y violencia contra los opositores islamistas, dice a Vértigo el doctor David Sarquis Ramírez, profesor del Departamento de Estudios Sociales y Relaciones Internacionales del Tecnológico de Monterrey campus Estado de México.
“Yo anticipaba, hace un mes, que la situación en Egipto podía empeorar antes que mejorar. Creo que no es sorpresiva la magnitud de la crisis que vive ese país y no necesariamente por la cuestión de gobierno: arrastra también problemas económicos, sociales y de otras índoles. Una de las expectativas que se tenía con la elección de un gobierno democrático era que el ganador tuviera la habilidad política para conciliar a las distintas partes involucradas y crear un proyecto conjunto para resolver la problemática económica de ese país”, señala Sarquis.
Ante la magnitud de la crisis una parte con tendencia prooccidental sugería seguir el camino del modelo neoliberal. Sin embargo, para los islamitas es precisamente esa medida el origen del mal: para ellos, en cambio, lo que hace falta es rescatar las viejas tradiciones y valores de la cultura islámica.
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