El gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, firmó el lunes una ley que prohíbe a los terapeutas tratar de convertir a los adolescentes homosexuales en heterosexuales. Es el segundo estado que proscribe la llamada terapia de conversión o reorientación sexual, después que lo hizo California.
El proyecto fue aprobado por ambas cámaras de le legislatura de Nueva Jersey con apoyo bipartidista en junio. El legislador Tim Eustace, que patrocinó el proyecto y es abiertamente gay, describió la terapia como “una forma insidiosa de abuso de menores”.
En una nota que acompaña el proyecto, Christie opinó que hay quienes nacen homosexuales y que la homosexualidad no es un pecado. Esa suposición es contraria a su fe católica, que enseña que los actos homosexuales son pecaminosos.
El gobernador republicano agregó que los riesgos a la salud que supone tratar de modificar la orientación sexual de un niño, tal como la define la Asociación Sicológica Estadounidense, predominan sobre las preocupaciones de que el gobierno establezca límites a las opciones de los padres.
Los grupos gay dicen que la terapia de reorientación es lesiva para los jóvenes porque les indica que no es aceptable ser como son.
Pero algunos conservadores en el terreno social consideran que se trata de una cuestión de derechos paternales y maternales por considerar que la prohibición de la terapia limita su capacidad de hacer lo que consideran mejor para sus hijos.