Neuroestimulación opción para epilepsia de difícil control

En México padecen epilepsia hasta 2.5 millones de personas, desde casos leves a graves

Epilepsia de difíci cntrol
Foto: Concepción Morales
Lorena Ríos
Todo menos politica
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La epilepsia es uno de los trastornos neurológicos crónicos más frecuentes que afecta a personas de todas las edades. En el mundo 50 millones la padecen y en México 2.5 millones de los cuales 75 % inician en la edad pediátrica, explicó Leticia Munive Báez, presidenta de la Sociedad Mexicana de Neurología Pediátrica.

En el Día Internacional de la Epilepsia, que se conmemora este 8 de febrero, se explicó que este padecimiento se caracteriza por un desorden bioeléctrico de neurotransmisores en el sistema nervioso central que produce alteraciones de conducción eléctrica “como un cortocircuito”, que produce crisis epilépticas recurrentes; las más frecuentes manifestadas por movimientos convulsivos, en otras ocasiones alteración de la alerta, alucinaciones, periodos de amnesias, trastornos conductuales, trastornos sensitivos siempre auto-limitados (de corta duración).

Afortunadamente la mayoría de los pacientes con epilepsia logran controlarse con un medicamento antiepiléptico, sin embargo, 20% de ellos requieren el uso de dos o más medicamentos, lo cual pueden incrementar el riesgo de efectos secundarios. Cuando el paciente no logra el control adecuado con la combinación de fármacos antiepilépticos y continúa presentando múltiples crisis epilépticas requiere el uso de tratamientos especiales como el estimulador del nervio vago.

Gracias a los avances científicos, México cuenta ya con la neuroestimulación como terapia para este tipo de epilepsia, que beneficiará a pacientes que no son candidatos para cirugía cerebral, que no desean someterse a una cirugía cerebral, con cirugía cerebral fallida, con discapacidad de desarrollo (MRDD), con crisis de difícil control y personas de cualquier edad (niños, adolescentes, adultos, ancianos).

Un caso exitoso del uso del neuroestimulador del nervio vago es Miguel Ángel, un pequeño de siete años que ahora puede asistir a la escuela, jugar con sus compañeros, disfrutar una alberca y tener una vida normal. Victoria, su mamá, se mostró orgullosa al compartir que su hijo ya no tiene las constantes convulsiones y que el número de fármacos que utiliza también disminuyeron. “Solo les pido a otras madres con niños epilépticos que no sientan vergüenza ni temor, que se acerquen a los médicos, porque ya existen tratamientos que pueden ayudar a sus hijos”, mencionó.

Más de 65 mil personas en todo el mundo han elegido esta terapia para ayudar a controlar sus crisis sin los efectos secundarios que suelen estar asociados a los medicamentos, como: depresión, mareos, confusión, cambios de peso, cansancio y problemas para dormir. La terapia VNS no es un medicamento y no requiere una cirugía cerebral, explicó Eduardo Ramos Reyna, miembro de la Academia Mexicana de Neurología.

Este tratamiento consiste en un dispositivo (generador) similar a un marcapasos y un cable delgado y flexible (derivación) que envía impulsos leves al nervio vago izquierdo, que se encuentra en el cuello, el cual a su vez envía estos impulsos al cerebro para ayudar a controlar las crisis.

En tanto, Enrique De Obieta Cruz, certificado por el Consejo Mexicano de Cirugía Neurológica explico que el procedimiento se realiza bajo anestesia general y está a cargo de un neurocirujano, demora cerca de una hora y la mayoría de las personas se van a su casa al siguiente día.

En la mayoría de los casos, se realizan dos incisiones pequeñas: una sobre un pliegue natural del lado izquierdo del cuello y otra sobre la parte izquierda del pecho, debajo de la clavícula. Se coloca un pequeño generador del tamaño aproximado de un reloj por debajo de la piel, generalmente, en la parte izquierda del pecho. Un cable delgado y flexible conecta el generador con el nervio vago izquierdo, por debajo de la piel en el cuello. La duración de la batería es de ocho a 12 años.

La Terapia de Estimulación del Nervio Vago (VNS) mejora el control de las crisis epilépticas, así como las capacidades verbales, memoria, estado de ánimo y capacidad de reacción; disminuye el riesgo de estados epilépticos, accidentes, traumatismos craneoencefálicos, fracturas por ende visitas a urgencias y hospitalizaciones. Es un tratamiento que complementa a los medicamentos antiepilépticos, no los reemplaza, acotó.