Por: Masha Zepeda
Ganador del Premio Nacional de Artes 2014, así como uno de los miembros más jóvenes —a la par de Francisco Toledo, pues ambos nacieron en 1940— de la llamada Generación de la Ruptura, Arnaldo Coen se destaca por trabajar en todos los formatos y técnicas con desenfadada manera.
Para él basta un soporte y un lápiz para alcanzar piezas que desatarán la curiosidad y las ganas de entendimiento entre el público que día con día va buscando formas que descifrar.
En el caso de la relación artista-público, Coen tiene muy clara la función de ambos y cómo el segundo elemento desempeña un papel fundamental para cerrar el ciclo que comienza el creador en la soledad de su estudio y culmina acompañado de los visitantes que recorren su obra las veces que sean requeridas para comprender el mensaje del artista.
Signos de luz y sombra, su más reciente muestra en el Seminario de Cultura Mexicana, sucede cuando Arnaldo Coen está a punto de cumplir su 75 aniversario de vida y justo a un año de que fuera distinguido con el Premio Nacional de Artes, máximo galardón que se otorga a los creadores mexicanos.
El Seminario de Cultura Mexicana, ubicado en Polanco, fue fundado por artistas preocupados tanto por la difusión de la cultura como por la divulgación de sus ejecutantes, quienes crearon este muy digno foro que se encarga de mandar a sus miembros por todo el país ofreciendo conferencias, muestras y talleres en sus propias especialidades en bien de la comunidad y del arte como común denominador.
Una de las fundadoras del Seminario de Cultura Mexicana fue la abuela de Coen, cantante de ópera y madre del escritor y especialista en música Arrigo Coen, razón por la cual nuestro pintor creció en un ambiente proclive a las artes y, como él mismo confiesa, con la oportunidad de destacar en cada una de sus ramas: “En mi adolescencia fui actor, escritor, dramaturgo, bailarín, acudí a clases con Samo, Hugo Argüelles, Gloria Contreras… pero siempre la pintura fue la decisiva para mí”, dice, sin dejar de reconocer que la música y la gastronomía son también fundamentales en su vida.
Retrospectiva
El dibujo es fundamental en la obra de Coen, quien también ha incursionado en el grabado, la escultura, la pintura, el arte objeto, el collage, los cuerpos pintados, las acciones e intervenciones, los videos, el arte sonoro, las instalaciones, la escenografía, el mural y la gráfica.
Asimismo ha creado vestuarios para obras de teatro y ha colaborado con músicos y escritores en proyectos interdisciplinarios.
Signos de luz y sombra reúne más de 60 trabajos a manera de retrospectiva, que representan cinco décadas ininterrumpidas de labor y en la que destacan las obras dedicadas a Emiliano Zapata en gran formato con figuras de tamaño natural de nuestro prócer, ubicado al centro de la composición y con distintas soluciones pictóricas, pero también nos topamos con piezas pequeñas y juguetonas que brillan por sí mismas y representan a la intimidad de Coen, así como su conocimiento profundo de la historia del arte universal, con las que hace guiños y reconocimientos a creadores fundamentales.
Destaca también la obra en tercera dimensión, tanto la escultura como los obsesivos y logrados collages que hacen gala de su estudio y conocimiento del volumen.
El Seminario Mexicano de Cultura reabre sus puertas con esta significativa muestra de Arnaldo Coen tras su exitosa remodelación (a cargo del arquitecto Felipe Leal, quien se dejó guiar por los consejos de los miembros de número del Seminario) y que acertadamente decidió que la entrada de la galería estuviera directamente sobre la avenida Presidente Masaryk, dando la oportunidad inmediata para que el público la visite e inundando de luz natural al hermoso y amplio espacio que posee su generosa sala de exposiciones.
Larga vida al Seminario de Cultura Mexicana.