Por: Federico González
Poesía y cultura popular; versos tan deudores de Edgar Allan Poe como de The Walking Dead: Luis Felipe Fabre (Ciudad de México, 1974) hace a un lado la solemnidad y ofrece un conjunto de líneas provocadoras.
La estructura del poemario se asimila a una serie o una película; la alusión es tan marcada, que el colofón lo constituye un infomercial, un añadido postransmisión.
Pero eso es formato, mero envoltorio para una poesía oscura, anárquica en su métrica y más fiel a la narrativa, cuyo alcance va más allá de la atmósfera y la estética.
Hay un diálogo con la realidad, con México y el estado de violencia. “Dicen/ que los zombis/ son una estrategia del narco/ para aterrorizar al gobierno. Dicen que/ los zombis son una estrategia del gobierno para/ aterrorizar/ a la población”, escribe y nos lleva, sumerge en una espiral donde cabe la confusión y la sorpresa que abraza a una sociedad situada entre ataques de gobernantes y criminales.
Sin embargo, es mérito de Fabre no ceder ante la tentación lacrimógena y romper el molde. “¿Te has fijado que todos los poetas mexicanos/ tienen su poema sobre la violencia?”, se pregunta sin falta de ironía. De poco sirve la denuncia, el recuento de hechos y de muertos, si no se trasciende y se intenta ir más allá.
Si algo aporta la poesía de Luis Felipe Fabre es perspectiva y frescura. Sin negar sus influencias, pero sin obviarlas, se sabe heredero de una cultura pop de la cual es imposible zafarse. Lo mejor es asumirla como tal y cargarla sobre la espalda. “Señora ama de casa: ¿está harta/ de tallar día y noche/ coágulos de sangre imposibles de limpiar/ en la ropa de toda su familia?/ ¿Las vísceras embarradas en las paredes de su casa/ no le permiten dormir?/ ¿Se ha descubierto a sí misma/ exclamando sonámbula: ¡‘Fuera, fuera mancha/ maldita’!?/ Compre ahora/ el Limpiador Quitamanchas Lady Macbeth/ y póngale fin a esas viscosas pesadillas”.
¿Hay ligereza? Sí, mas no se debe confundir con banalidad. Al final, el autor construye un espejo sobre el cual no es extraño sentirse reflejado. El sabor agridulce de sus poemas son unos de los primeros ejercicios leídos por este reseñista, esforzados en cambiar la forma de abordar un tema doloroso, cotidiano y que por lo mismo exige nuevos enfoques.
Otros títulos de Luis Felipe Fabre son Cabaret Provenza y Leyendo agujeros. Ensayos sobre (des)escritura.
