Supongamos por un momento —y conste que es una mera suposición— que vivimos bajo un régimen autoritario. Un gobierno que miente, manipula y divide a la sociedad para aferrarse al poder. Uno que fabrica enemigos, inventa agravios y alimenta el enojo para enfrentar a familias, vecinos, amigos y ciudadanos entre sí. Si este fuera nuestro caso —y repito, es una mera hipótesis inocente—, ¿cuál sería la mejor estrategia para combatir a este régimen?

Debido a su relación con el caso Jeffrey Epstein

Era bajista de la banda “Limp Bizkit”

Presidente electo de Bolivia anunciará medidas urgentes

Se estima que alrededor de 500 millones de personas en el mundo padecen osteoporosis sin saberlo

Analiza la libertad de expresión y el futuro de los medios de información

Autoridades reportan más de 100 heridos

Las protestas han dejado hasta el momento dos muertos

De entrada libre para toda la familia

“Crece el uso para consejos de salud, apoyo educativo, etcétera”.

Paul Thomas Anderson siempre ha sido un cineasta del exceso emocional, de esos que empujan sus historias hacia los límites del absurdo humano sin perder el pulso de lo íntimo. En Una batalla tras otra (One Battle After Another), el director de Magnolia y There Will Be Blood lleva esa sensibilidad a un territorio político: Estados Unidos convertido en estado policial, donde inmigrantes son detenidos en masa y una resistencia improvisada intenta desafiar al sistema.

“La crítica no es crueldad”.