2014: Crisis de las oportunidades

Carlos Ramírez hace un recuento de los problemas sociales que tuvieron que enfrentar los político en México

Crisis política
Foto: Cámara de Diputados
Carlos Ramírez
Columnas
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Como el rostro bifronte del dios Jano, el año 2014 exhibió sus dos caras: la nueva oportunidad para el jalón modernizador del proyecto nacional estancado de la Revolución Mexicana y la crisis de resistencia a las posibilidades del cambio.

El contrapunto que ayudaría a entender las frustraciones de las posibilidades del cambio mexicano estaría en Cuba. Y no tanto en la nueva fase que se abre con la reanudación —hasta ahora— sólo de representaciones diplomáticas con Estados Unidos, sino con los cambios al sistema socialista operado por Raúl Castro para llevar a Cuba de nueva cuenta hacia el modelo de mercado.

El mensaje que dejaron en México los cambios impulsados por las reformas educativa y energética no fue otro que el de la reorganización productiva del sistema económico. Pero más tardaron los legisladores en aprobar sus reformas que la correlación popular de las fuerzas sociales en replegarse hacia la resistencia.

Detrás de la violencia social se esconde la resistencia a la modernización. Pero quedarse en el mismo lugar es seguir por el camino hasta ahora seguido: PIB anual no mayor a 3% promedio, presiones inflacionarias, devaluaciones persistentes y sobre todo disminución de las posibilidades de aprovechar los recursos naturales para generar mejores niveles de producción y de empleo.

Los datos de las necesidades son más que conocidos: tasas de PIB de 6-8% promedio anual para responder a las necesidades de demanda de trabajo en el sector formal, recuperación del salario a través del sistema productivo y no subsidiado y reconstrucción de un sistema de bienestar social ajeno al populismo del dinero regalado sólo por nivel de pobreza y no empleo dinámico.

El año 2014, por la crisis de los normalistas, los politécnicos y los maestros, podría ser de nueva cuenta el de las posibilidades perdidas. Las protestas no se dieron este año para exigir más modernización, sino para dar marcha atrás a las reformas probadas en el sistema de representación política existente. Pero los opositores hasta ahora no han definido el sistema que quieren, en el entendido de que el viejo régimen populista es imposible de reconstruir.

Tablero

Lo de menos es la imagen del presidente de la República, del PRD o del país; lo que importa es percibir que si el país no se sale de la dinámica avance-resistencia con nuevas propuestas inclusive más audaces que las presidenciales, las posibilidades de desarrollo mexicano quedarán ahogadas en la lucha callejera. Y lo malo hasta ahora es que el PRD y el PAN han carecido de alguna nueva propuesta de modernización.

El otro dato revelador de 2014 fue el impulso agotado de la élite modernizadora. En la lucha contra la resistencia modernizadora lo abandonaron a la mitad del camino; ahí está como ejemplo el caso Ayotzinapa: el presidente de la República carece de aliados, aisladamente lucha contra las manifestaciones callejeras y no cuenta ni siquiera con su partido, el PRI.

Este 2014 dejó ya claras las posibilidades de la modernización mexicana. Si la élite gobernante no decide ir hasta el final, el país se quedará estancado en la mitad del río: una modernización sin consolidación, mientras otras naciones con poca viabilidad —como Cuba y Nicaragua— lograron entender la dinámica del desarrollo y optaron por la modernización.

Así, 2014 puso las fichas de 2015 en el tablero.

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