BIENVENIDA, TESLA

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La derrama económica que implica una inversión multimillonaria es sin cuestionamiento alguno una magnífica noticia para el país. Es así como finalmente se disiparon las dudas y los litigios verbales contaminados de política quedaron atrás para dar paso a una oportunidad de desarrollo sin par alguno.

Tesla es una compañía de la mayor vanguardia que une su millonaria inversión a la que apenas hace unos meses anunció BMW. Así, la empresa de Elon Musk podría radicar en nuestro país una cantidad cercana a los cinco mil millones de dólares, mientras que la compañía automotriz alemana invertirá unos 800 millones de euros en la ampliación de su planta en San Luis Potosí.

En este escenario todo lo venidero es sumamente alentador, ya que México empieza una ruta para consolidarse como el mayor país productor de vehículos eléctricos en Latinoamérica. Incluso, con las cifras proyectadas, podrá superar al gigante brasileño y a Colombia, donde se producen 35 mil y 17 mil vehículos de ese tipo anualmente. Y si el universo se amplía a la totalidad de vehículos automotores incluyendo los impulsados por combustibles fósiles México tiene un ecosistema de 23 plantas armadoras, lo cual lo lleva a ubicarse en el séptimo lugar como productor mundial de automóviles, a la vez que es el quinto exportador mundial del ramo. En ese rubro, más de 90% de los automotores que se armaron en 2022 en nuestro país se destinaron a la exportación con un destino mayoritario hacia Estados Unidos.

En tales condiciones, la megaplanta que la empresa de Musk instalará en nuestro país es un aliciente mayúsculo para la atracción de inversiones del ramo que por igual se encuentran en proceso de expansión, como en el caso de la empresa china BYD, que en breve estará instalando operaciones en Latinoamérica y es una de las principales productoras de vehículos eléctricos en Asia y parte de Europa.

Carta

Pero a pesar de las muy alentadoras condiciones que se plantean para nuestro país aún hay pendientes que pueden hacer círculos mucho más completos para que, en un breve futuro, se consoliden clusters de producción de energía verde a efecto de consolidar una cadena de producción que encuentre insumos dentro del propio territorio nacional. Por otra parte, en la presentación del Máster Plan 3 de Tesla Inc. se puntualizaron algunas generalidades de la próxima multimillonaria inversión y hubo un dato que prende algunas alertas por lo que a la generación de empleos se refiere: el propio Musk estableció que todas las megaplantas a instalarse en diversos puntos del planeta se edificarán bajo la lógica de la automatización maximizada de los procesos. Lo anterior significa que hasta 90% de la producción podría estar bajo esta lógica, lo cual haría innecesaria una enorme cantidad de mano de obra y fuerza laboral humana.

Pero la meta de expansión de la empresa incluso abre un catálogo de oportunidades que tienen que ver con la fabricación de componentes para el almacenaje de energía, donde el recientemente “nacionalizado” litio jugará una importante parte en este engranaje. Ya lo habíamos establecido: que México cuente con una riqueza natural en bruto de tal metal no es garantía de que se pueda llegar a un máximo rendimiento económico del mismo si no se instalan cadenas de producción que lleven a un producto final.

Tesla parece ser la carta adecuada para tal cometido, siempre y cuando se solventen los complejos problemas jurídicos que se avecinan por el acto del Ejecutivo para la protección y salvaguarda de la extracción de litio.

Es de llamar la atención cómo con este cúmulo de noticias parece que la realidad global impulsará un viraje que involucre mayor flexibilidad en las políticas nacionales para la producción de energía y la extracción y explotación de recursos naturales. Hoy parecería que el rigorismo patriótico coloca una camisa de fuerza que impide el desarrollo pleno en un mundo que inevitablemente ya ha cambiado.

Tesla por sí misma pretende multiplicar exponencialmente su producción para 2030 en un número ambicioso: 20 millones de vehículos por año en producción, que pretenden a su vez conquistar mercados de masas, incluyendo el mexicano.

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