Con un cúmulo de 80% del total de nuestras exportaciones como país es innegable que Estados Unidos se encuentra aparejado en su economía a los destinos de la mexicana. Mucho más allá de la afinidad ideológica que ha identificado a los países latinoamericanos, y que en muchas ocasiones ha sido el pretexto del distanciamiento comercial con esa nación, no se puede renunciar a una relación estrecha, de vinculación y de estrategias conjuntas para poder dibujar un futuro sostenible entre ambos países.
Así, el proteccionismo económico que apela a la autosuficiencia patriótica bien se puede dejar atrás convenientemente cuando la razón y el sano juicio apelan a fortalecer lazos y a generar acuerdos de mutuo provecho.
Es quizá desde esa óptica que puede partir el análisis de lo acontecido en la cumbre de mandatarios de América del Norte, subrayadamente en lo tocante a la relación con EU. Una colección de discursos y declaraciones que dan un mapa de los temas que campean en el interés del vecino país del norte nos permite ver que, si bien no hemos sido reconocidos como los naturales interlocutores de Latinoamérica, sí somos el puente obligado para transitar políticas al resto del continente. Por otra parte, aun cuando el discurso mexicano se empeña en insistir en un asistencialismo norteamericano, también deja ver que no hay forma de promover progreso interno ni regional si no es con una relación virtuosa y fortalecida con la tierra que hoy gobierna Joe Biden.
Pares
En ese contexto resulta positivo que desde dicho reconocimiento se abra la posibilidad de un mejor aprovechamiento del impulso que puede conceder el TMEC, con lo que de forma necesaria se deberán ajustar políticas de retroceso como las que han constituido controversias en materia de generación de energía eléctrica. Y seguramente el destino tiene buenas noticias para nuestro país, ya que la oportunidad que concede este escenario es enorme. Por una parte, China desde hace ya varios meses entró en un desgaste en la relación de proveeduría que tenía con EU previo a la pandemia, por lo que paulatinamente ha mudado sus intereses a otros países latinoamericanos, como es el caso de Brasil. Ahí nuestro país encuentra un terreno fértil para la atracción de inversión vinculada a cadenas de producción que son fundamentales para el desarrollo norteamericano. Por otra parte, la guerra entre Rusia y Ucrania ha puesto anchos diques a la relación comercial estadunidense con Europa oriental, lo que también concede ocasión para poder generar prosperidad mediante inversión fresca en nuestro México.
En esa pequeña rendija donde el presidente López Obrador reconoció que el futuro del país está condicionado al futuro de Norteamérica, cabe la flexibilidad o rectificación de atavismos que significaban trabas y frenos al entendimiento comercial y económico plenos entre países. Qué mejor que transitar con soltura sin que —como no ocurriría— se ceda en profundidad ideológica que apela al patriotismo y la no injerencia.
Sin embargo, el tema energético estuvo exiliado de la mesa de discusión del encuentro por lo que es previsible que el conflicto siga su curso, aunque ralentizado por este entendimiento primario que permite el optimismo.
En lo que sí existió concordia fue en la no lejana mudanza a nuestro país de empresas que actualmente están en proceso de irse de China. Lo anterior en medio de una guerra comercial que hace inconveniente la permanencia de intereses estadunidenses en tales lejanías. Por ello el preámbulo de arreglo de un escenario altamente conveniente pasa por la flexibilización de aquello que nos ha distanciado. Muestra de buena voluntad es la aceptación de nuestro país de recibir a los deportados de EU en tanto se resuelve su situación migratoria. Muestra de buena voluntad en reciprocidad es el replanteamiento para favorecer la regularización de la condición migratoria de miles de mexicanos que significan mano de obra.
Pero mucho se tendrá que construir desde la sensatez y la conveniencia mutua para aprovechar la enorme ocasión que se nos presenta. No podemos seguir planteándonos como un país que requiere la mano generosa que arroja dádivas como pago a adeudos históricos que ya ni se antojan visibles. Somos pares, trabajemos juntos.