Reconocerse, así en plural, es un acto de dignidad, diplomacia y respeto mutuo sumamente deseable entre dos países que tienen vínculos presentes e históricos que los convierten en socios de causas comunes.
Hoy, en un ambiente intrincado y enrarecido, se celebra la cooperación plena con altura de miras, misma que servirá como un faro común para llegar a la recuperación tan deseada. En dicha ruta se deben situar México y Estados Unidos. Nuestros países han evolucionado en esa relación desde la disparidad absoluta que, aunada a las decisiones entendidas desde la percibida supremacía, nos ha llevado a tener conflictos bélicos que incluso significaron la pérdida de territorios para el nuestro. El trayecto no ha sido sencillo. El interés económico, así como las circunstancias que han puesto en la mesa temas de coyuntura, delimitan un perfil de altas y bajas en este vínculo irrenunciable de entendimientos que llegado el momento actual precisa de una cercanía mucho más pronunciada.
El comunicado que el presidente Andrés Manuel López Obrador envió a Joe Biden es un punto de partida para enriquecer dichos lazos y construir mutuamente una agenda de temas comunes que a la luz de los hechos y números tienen carácter de impostergables. Es así que México ha puesto en esas líneas preocupaciones que de este lado de la frontera se avistan.
Momento
Una de ellas es el respeto al principio de no intervención en los asuntos internos del país; quizás innecesaria mención pero que confirma el carácter nacionalista del gobierno y a su vez refuerza la línea de comunicación donde se apela a la exaltación de la defensa soberana de la patria.
Es muy probable que en esta temática veremos un progresivo cambio de estilos; no tendremos enfrente a un presidente que como Donald Trump reaccionaba amenazante ante cualquier incomodidad, pero es previsible que nos atengamos a un vínculo con una nación que al frente tendrá un hombre cuya exigencia serán los resultados y el apego al cumplimiento irrestricto de la ley y tratados existentes.
Por otro lado la mención relativa al tema migratorio parecería un asomo a la liberación de una política trumpista de avasallamiento e intimidación. Resaltar en positivo la postura de Biden respecto de los migrantes deja ver entre líneas que no se estaba muy cómodo con la política en la materia que transitamos durante los pasados cuatro años.
Remarco con insistencia la idea de que tendremos mucho por construir a partir de este banderazo de salida. Pero por igual subrayo que hay temas que en particular ameritan un tratamiento urgente si no queremos tensiones emergentes en la relación. Quizás el más visible sea el tema de la seguridad y la justicia. Urge una pronta definición de nuevos esquemas de cooperación en un momento en que en nuestro país se discute el papel que los agentes de las corporaciones estadunidenses jugarán en territorio nacional. No ha sido un tema de agrado para nuestros vecinos del norte, sobre todo cuando notoriamente a lo largo del tiempo han mostrado desconfianza hacia sus contrapartes mexicanas. Sin embargo la relación precisa carriles de ida y vuelta.
Un tema que ha quedado insoluto es el tocante a la compra y tráfico de armas en Estados Unidos, provisión que ha abastecido en un gran número de casos al crimen organizado en nuestro país. Ya no es posible ignorar el impacto que esto tiene para México. En una década de esfuerzos se estima que han ingresado ilegalmente a nuestro país dos y medio millones de armas; preocupantemente se ha incrementado el ingreso de armamento pesado o de asalto en 122%. Este problema sobradamente identificado tiene que abordarse desde una nueva perspectiva para su solución desde suelo norteamericano. Desde la lejana Alianza para la Frontera en 2002 hasta la vigente iniciativa Mérida los resultados para contener este fenómeno han sido modestos; si la perspectiva de tratamiento para ciertas drogas como la marihuana es la abolición de mercados ilegales, mucho ayudaría que por igual se abatan mercados de armas donde la impunidad reina.
Hay mucho por hacer, pero por igual es un momento de renovación de intenciones que en un mundo interconectado y vertiginoso nos puede llevar a encontrar oportunidades y que nos conceda esa deseada ocasión de finalmente reconocernos como pares.