EL INTERESANTE PLAN DE SAN DIEGO

“Se hacía presente la persistencia del resentimiento hacia el vecino del norte”.

Ignacio Anaya
Columnas
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La relación que tuvo Estados Unidos con la Revolución mexicana proporciona un enorme material histórico que ha sido abordado desde distintas temáticas por varios historiadores, tanto mexicanos como estadunidenses.

Dentro de ese vasto mundo se encuentra el poco conocido Plan de San Diego, cuya aparición dentro de aquel periodo permite ver una pequeña pizca de la internacionalización del conflicto revolucionario.

El 6 de enero de 1915 apareció, al parecer, en la ciudad de San Diego, Texas, el Plan de San Diego. Dicha promulgación tenía como objetivo la independencia de los estados de California, Arizona, Nuevo México, Colorado y Texas: los perdidos en el siglo XIX.

Uno de los puntos más controversiales y que agravó la situación fue el siete que establecía lo siguiente: “Todo norteamericano mayor de 16 años será ejecutado; solamente ancianos, mujeres y niños serán respetados; y en ninguna circunstancia los traidores de nuestra raza serán perdonados o respetados”.

Se hacía presente la persistencia del resentimiento hacia el vecino del norte por la pérdida del territorio en 1848. Sin embargo, resulta interesante que se haya promulgado ahí mismo, en Estados Unidos.

Los conflictos en la frontera, provocados por la Revolución Mexicana, y las redadas llevadas a cabo por los seguidores del Plan de San Diego aumentaron en la población local una visión negativa sobre el mexicano. Los periódicos estadunidenses contribuyeron informando constantemente sobre supuestos acontecimientos como el siguiente, reportado por el New York Times el 19 de julio de 1915:

“Corpus Christi, Texas, 18 de julio. Bandidos mexicanos mataron a Bryan Doyle, 18 años, de Tampa, Florida, en una redada al rancho Gano cerca de Raymondville ayer en la noche. Los primeros reportes dicen que un ranger de Texas fue asesinado. Un grupo está persiguiendo a los forajidos”.

Bandidos

Estos hechos fueron constantes en el estado de Texas, lugar donde hubo mayor actividad por parte de los seguidores de dicho movimiento. Así, por ejemplo, menos de un mes después de la noticia previa aparecía otra nueva, también del NYT, el 7 de agosto:

“Caballería, rangers de Texas y grupos de ciudadanos buscaron esta noche a una docena de bandidos mexicanos, quienes después de varias semanas de bandolerismo saquearon hoy el pequeño pueblo de Sebastian y mataron a A. L. Austin, presidente de la liga local de Orden y Ley, y a su hijo Charles. Un joven americano llamado Millard, quien fue testigo del asesinato de la familia, es citado diciendo que reconoció a cinco o seis bandidos como residentes de la comunidad de Sebastián”.

Prácticamente cada mes los lectores de periódicos en Estados Unidos podían encontrar estas noticias. Los ataques constantes en poblaciones estadunidenses por mexicanos que, si bien no se pueden establecer con veracidad, eran reconocidos como habitantes de las mismas comunidades que saquearon representaron un problema para varios. Con ser mexicano uno ya era sospechoso de haber participado en tales ataques. No solo debían cuidarse de las autoridades, sino que también era común que ciudadanos, en su mayoría estadunidenses blancos, se organizaran en grupos llamados “posses” para encontrar y linchar a los integrantes de las redadas.

La presencia de dicho Plan remite a los vestigios de dolor que quedaron insertos en la memoria de varios mexicanos y mexicoamericanos al recuerdo de aquella guerra contra Estados Unidos. La revolución pudo haber ofrecido un espacio para intentar buscar una muy pequeña venganza, tan buscada por los mexicanos de aquel entonces.