ALMACENAR EL DESABASTO

“El problema persiste en razón de la confusión y cambios de señales”.

Guillermo Deloya
Columnas
DESABASTO

El combate a la corrupción y a las prácticas monopólicas son deseables en cualquier sociedad. Sin embargo, cuando en aras de tal lucha se fracturan líneas de provisión que son fundamentales para los ciudadanos se atenta innecesariamente contra intereses superiores a los males que se trata de combatir.

Este es el caso de lo que ocurre con la distribución de medicamentos en nuestro país. Un lastre adicional al ya tan comprometido sistema de salud mexicano que parece no encontrar una solución inmediata.

Si recapitulamos habrá que tener en cuenta que la ruptura del esquema de compras consolidadas vino a encarecer las cadenas de suministros a grados inalcanzables. Hasta 2018 tal función la realizaba el IMSS; con un volumen de adquisición que aglutinaba la necesidad de todas las dependencias federales, se facilitaba adquirir medicamentos a precios asequibles.

Después de la instrucción para que en 2019 se vetara a diversas empresas por supuestos actos de corrupción, también se fragmentó la compra de insumos médicos y se repartió en la facultad de cuatro dependencias, fundamentalmente la Secretaría de Hacienda y el hoy extinto INSABI. Se continuó en el campo experimental, pasando por el convenio de la SHCP con la Oficina de Proyectos de la ONU, instrumento mediante el cual se pretendía dar orden y logística a este proceso.

Sin embargo, ante el grave problema de desabasto, el viraje se dio hacia la creación del Almacén Nacional de Medicamentos, comúnmente llamado “la megafarmacia”, donde a instrucción del Ejecutivo federal se pretende contar con todos los medicamentos del mundo.

A tal efecto, la Cofepris y la empresa Birmex firmaron un nuevo convenio que le otorga la facultad de adquisición y distribución a dicha empresa.

Complicaciones

Un reciente estudio del Instituto Mexicano para la Competitividad demuestra que en los últimos cuatro años el precio promedio de los medicamentos adquiridos por el gobierno federal ha incrementado en términos reales en 47%. Además, si bien se logró reducir la concentración de compras sobre empresas específicas, se destruyeron las cadenas de suministros al no contar con una alternativa en el mercado de compra y, con ello, se encareció en más de 23% adicional a ciertos medicamentos que son complicados de encontrar.

Y el enredo continuará en la medida en la que no se reestablezcan las cadenas de suministro y se reparen en términos de real entendimiento las relaciones con las grandes proveedurías de este tipo de insumos. Además, al distraer el esfuerzo de tal cometido en cuestiones de difícil implementación como lo es el gran almacén de medicinas, se estará abonando a la demora y al desabasto continuado que ya tanto nos lastima en el país.

Por otra parte, y de entrada, identifico dos problemas para que el almacén mencionado exista y funcione. El primero, las condiciones requeridas para un correcto almacenaje, clasificación y manejo de inventario de este tipo de producto. Es sabido que hay medicinas que requieren temperaturas específicas lo cual demanda un sistema de refrigeración especial. Por otra parte, los inventarios deben ser lo más exactos posibles para evitar experiencias negativas por caducidad de los insumos. Los diez mil metros cuadrados destinados para tal inmueble en el Estado de México tendrán que alojar una infraestructura adecuada y suficiente en cuanto a equipamiento y capital humano especializado.

En segundo lugar, se ha establecido que se tendrán en existencia tanto medicamentos de uso común como de uso controlado: ahí una llamada de atención porque, además de la infraestructura que hemos referido, se requerirán medidas especiales de seguridad para evitar el robo o comercialización ilegal de medicinas. ¿Complicaciones? ¡De sobra!