COP30 EN BELÉM: PRIMERAS SEÑALES Y QUÉ ATENDER LA PRÓXIMA SEMANA

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La COP30 arrancó el pasado día 10 en Belém, Brasil, y se extenderá hasta el 21 de noviembre. Cuando esta columna se publique estaremos cerrando la primera semana: buen momento para separar ruido y sustancia, y perfilar lo que puede definirse en la segunda.

La conferencia llega con un guion claro: aterrizar metas 2035 (nueva ronda de NDCs) y apuntalar el financiamiento para adaptación, transición y protección de bosques tropicales.

Alientan mucho las señales de apertura. El secretario general de la ONU, António Guterres, fue frontal: no se debe alcanzar 1.5° C de calentamiento global. Sería un “fracaso moral”. Y pidió acelerar la salida de combustibles fósiles. El mensaje marcó el tono de una cumbre que combina urgencia climática con realismo político.

En paralelo, Brasil presentó su hoja de ruta financiera Baku to Belém para escalar el financiamiento climático global hacia 1.3 billones de dólares al año y empujó un mecanismo de bosques (Tropical Forests Forever) para pagos por servicios ambientales.

En la misma cancha, Francia anunció un paquete de dos mil 500 millones de dólares para la Cuenca del Congo, reforzando la idea de que Amazonia, Congo y Borneo son piezas simultáneas de una misma estrategia de carbono y biodiversidad.

¿Dónde estamos con las metas 2035? Es 2025 el año en que los países deben presentar NDCs 3.0: objetivos de 2030 reforzados y metas nuevas a 2035, en línea con el llamado del Global Stocktake (COP28). A estas alturas, aún hay rezagos: a octubre, un recuento OCDE contabilizaba 64 países con NDC 3.0 entregadas. La síntesis 2025 de la UNFCCC sugiere que, agregadas, las trayectorias a 2035 son consistentes con un descenso hacia “cero neto” a mitad de siglo, pero todavía insuficientes para garantizar 1.5° C sin sobrepaso.

Este es, en el fondo, el examen de mitad de curso que se discutirá en Belém: ambición realista y hojas de ruta ejecutables.

La agenda brasileña

Como presidencia anfitriona, Brasil ha puesto énfasis en bosques, finanzas y apoyo a regiones vulnerables, además de la aceleración de la descarbonización en sectores clave. El brief del martes 10 de noviembre apuntó asimismo a adaptación urbana, infraestructura, agua, economía circular y hasta el rol de la Inteligencia Artificial (IA) en resiliencia, una pista de que la COP no es solo negociación entre Estados: ciudades, empresas y comunidades están en la mesa con compromisos voluntarios y métricas.

¿Qué observar de aquí al cierre?

NDCs y sectoriales Más anuncios que concreten trayectorias 2035 y acuerdos “por sector” (electricidad, metano, transporte) que faciliten la ejecución.

Financiamiento Señales sobre cómo se llega al orden de billón anual: papel de bancos multilaterales, alivio de deuda y reglas para atraer capital privado en adaptación (no solo mitigación).

Bosques Con varios fondos en juego, interesa la gobernanza: evitar duplicidades, fijar criterios de adicionalidad y asegurar que el dinero fluya a territorios indígenas y comunidades locales que cuidan los bosques.

Implementación subnacional Planes concretos en ciudades (edificios, movilidad, residuos) que puedan medirse en 12–24 meses. Estas piezas suelen sobrevivir a los vaivenes nacionales.

¿Por qué debería importarnos en México? Tres razones prácticas (sin arenga):

• Riesgo físico y turismo/ciudades. Adaptación urbana y gestión de olas de calor, agua y residuos son ya política de bienestar, no de nicho ambiental. Lo que salga en Belém trae guías y recursos potenciales para municipios.

• Cadenas de suministro. NDCs 2035 y estándares de deforestación cero implican trazabilidad en agro y manufactura; quien se anticipe gana acceso a mercados y financiamiento más barato.

• Finanzas climáticas. Si prospera el empuje para escalar capital, habrá oportunidades para proyectos bancables (renovables, eficiencia, naturaleza) con reglas más claras y costos menores.

Estamos ya en un cierre intermedio. Al terminar la primera semana la COP30 habrá definido el clima político y los primeros compromisos. La segunda semana suele concentrar los acuerdos que requieren decisión ministerial. Si el combo de NDCs más ambiciosas, puentes financieros y mecanismos de bosques avanza siquiera un escalón en Belém, 2026 tendrá un punto de partida más sólido. Si no, el mundo llegará a la próxima COP con más promesas que proyectos. Por ahora, el mensaje de apertura es inequívoco: cooperar para mantener vivo al planeta y transformar discursos en implementación medible.

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