EL ESCÁNDALO DEL DOCTOR ABREGO EN 1898

Doctor Abrego
Columnas
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Ser médico se relaciona con un ideal de ética, moral y responsabilidad. La profesión transforma a uno en un ser funcional para la sociedad, pues es el encargado de mirar por la salud de quienes la conforman. Eso a su vez implica el comportarse de cierta manera que invite a la confianza con el paciente.

En el México de finales del siglo XIX, específicamente en 1898, esta expectativa era particularmente estricta: el médico, al igual que otros personajes de ciencias, debía ser la personificación del progreso, la racionalidad y la virtud moral.

Sin embargo, la realidad no siempre estuvo alineada con estas expectativas.

Aquel año los periódicos capitalinos se vieron sorprendidos por un escandaloso suceso: la muerte de María Barrera, una joven enfermera que sostenía una relación extramatrimonial con el médico Federico Abrego. Esta relación, ya controvertida por sí misma, adquirió notoriedad por el fallecimiento repentino y poco claro de la joven, quien además estaba embarazada al momento de morir.

María falleció a consecuencia de una hemorragia que le provocó un aborto espontáneo. Lo peculiar del caso fue la rápida sepultura realizada por Abrego sin notificar previamente a la familia de la joven, lo que rápidamente generó dudas y sospechas. Esto llevó a la policía a investigar, deteniendo al doctor e interrogándolo exhaustivamente.

Durante sus declaraciones Abrego entró en contradicciones evidentes. Afirmó inicialmente que ninguno conocía sobre el embarazo y que, al notar la hemorragia, ambos decidieron caminar hacia el consultorio médico en lugar de pedir ayuda inmediata a la familia. El juez cuestionó la lógica de esta decisión, a lo que Abrego respondió con un argumento poco convincente: las mujeres podían dar a luz en situaciones más extremas, por lo que María también podía resistir. Un razonamiento que, lejos de aclarar, levantó aún más sospechas.

Declarado culpable

La situación se complicó todavía más cuando salió a la luz que el doctor cambió la vestimenta de María antes de enterrarla apresuradamente, supuestamente a petición de ella, para proteger su reputación y la de su familia. A esto se sumó el testimonio de Josefina Salazar, una joven que afirmó haber sido abusada por Abrego cuando tenía tan solo 13 años. Esto incrementó aún más la percepción negativa sobre el médico.

Finalmente, la falta de pruebas convincentes que apoyaran la inocencia del doctor, junto con sus propias declaraciones contradictorias, lo llevaron a ser declarado culpable de homicidio por negligencia médica.

Este caso generó una fuerte indignación en la sociedad mexicana, particularmente entre las élites defensoras del positivismo, quienes sintieron que este incidente empañaba la reputación de la comunidad científica.

El periódico El Mundo Ilustrado lo expresó claramente al señalar: “La aprehensión del doctor Abrego es el escándalo del día, y de muchos días, porque este asunto pondrá frente al criterio social no a un acusado, sino un delito, mil delitos, tenebrosos y hasta hoy posibles e impunes por la audacia de sus autores y la incapacidad de resistencia de las víctimas”.

Un profesionista de la salud, una enfermera y un crimen contra la moral.

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