¿DÓNDE NACIÓ EL GOBERNANTE?

“La identidad puede ser instrumentalizada para atacar a un candidato”.

Ignacio Anaya
Columnas
DEBATE NACIMIENTO PRESIDENCIABLES

Con las próximas elecciones a la vista y las candidaturas emergiendo ha comenzado el debate sobre los orígenes de los aspirantes presidenciales. En este tipo de situaciones todos parecen volverse expertos en determinar quién es y quién no es mexicano, así como en definir la pertenencia a un grupo originario. En Estados Unidos se cuestionó repetidamente el lugar de nacimiento de Barack Obama desde su candidatura y hasta el final de su mandato. Se argumentaba que, por no haber nacido en territorio estadunidense, no podía acceder al cargo. Algo parecido sucedió con los políticos John McCain y Mitt Romney, ambos también candidatos en sus respectivas elecciones.

En realidad, se trataba de una estrategia de deslegitimación, primero para perjudicar su campaña electoral y después, ya como presidente, para criticar su mandato. Incluso hoy algunas personas siguen creyendo que Obama nació en el extranjero.

Tanto en México como en Estados Unidos, y en otros países, sus constituciones establecen que solo los ciudadanos por nacimiento pueden ser presidentes. En el caso de México, entre los requisitos se añade ser hijo de padre o madre mexicanos. En 2006 surgió una petición ciudadana solicitando a la Secretaría de Gobernación que investigara la nacionalidad del padre de Vicente Fox, pues algunos afirmaban que era estadunidense, violando así el requerimiento constitucional, dado que su madre era española. A partir del sexenio de Carlos Salinas de Gortari la ley fue modificada para que al menos uno de los padres fuera mexicano; antes debían serlo ambos. Surgieron quejas de que el presidente saliente era “impuro”.

Identidad

La base de estas normas radica en la creencia de que alguien nacido en su país es capaz de comprometerse mejor con sus responsabilidades, las leyes y la población, y mostrar una mayor lealtad hacia la nación que un naturalizado. Detrás de estas prácticas subyace la concepción, interpretada a gusto de diversos grupos, de quiénes conforman el territorio soberano. Definir qué es ser mexicano y qué lo identifica es una tarea compleja, ya que la respuesta cambia según las categorías y los valores de cada sociedad. Este debate refleja, en gran medida, las complejas cuestiones de identidad y nacionalidad que están arraigadas en la sique colectiva.

En el siglo XIX la identidad nacional era diferente a la actual. Tras la Revolución Mexicana, intelectuales como Ricardo Pérez Montfort buscaron definir la “mexicanidad de los mexicanos”. Por lo tanto, este es un concepto sujeto a cambio.

En el juego político la identidad puede ser instrumentalizada para atacar a un candidato, sugiriendo que no es un “verdadero” mexicano o, en cualquier otro contexto, un ciudadano “puro”. Sin embargo, esta táctica carece de fundamento al ser examinada a la luz de la evolución constante de lo nacional y el carácter fluido de la pertenencia a una nación.

Aunque la identidad y la nacionalidad siguen siendo factores importantes en la política contemporánea, es esencial que la discusión sobre quién es apto para liderar una nación se base en méritos tangibles como la competencia, la integridad y la visión de los candidatos, en vez de debates reduccionistas alrededor de su lugar de nacimiento o ascendencia. A pesar de que esto puede dar pie a tácticas de deslegitimación y a discusiones divisivas, también abre la puerta a una reflexión más profunda de lo que significa realmente ser ciudadano de un país y cómo se debería definir la identidad en el cambiante paisaje de la sociedad global.