VECINOS CERCANOS

Estados Unidos-México
Columnas
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El ensayo escrito en su momento por Alan Riding que se publicó en el lejano 1985 vendría a delinear un primer esbozo de una de las relaciones entre países más complejas del orbe: la relación histórica entre México y Estados Unidos ha resultado en un poliedro intrincado que, a casi cuatro décadas de ese estudio, se actualiza y evoluciona de forma vertiginosa.

En el libro Vecinos distantes se dio cuenta de un cúmulo de diferencias y alejamientos culturales que nos plantean como mundos aparte: “Probablemente no existen en el mundo dos países tan diferentes como México y Estados Unidos que vivan lado a lado”.

Y sin embargo estamos en una encrucijada en la cual lo imperante sería encontrar los acuerdos necesarios que derivan de esas diferencias para visualizar con mayor optimismo y ánimo renovado las similitudes que nos acercan como naciones. Porque es una realidad que a cuatro décadas de distancia el camino de la integración económica y la globalización han impreso una huella en la relación que nos obliga a tomar decisiones muy distintas para el fomento de nuestras relaciones en comparación con aquellas que se tomaban a mediados de los ochenta. Hoy, el principal pilar que sostiene la relación entre ambos países es precisamente el comercial, que se significa en 800 mil millones para el pasado 2023 y se estima que se acercará al billón para 2024.

Con una participación de más de 16% en la economía estadunidense, México se ha consolidado como el principal socio comercial del país del norte, incluso arriba de Canadá. Además, paulatinamente nuestro país sustituyó la importación y la manufactura asiática, al grado de convertirse por igual en el primer proveedor de dichos insumos para los norteamericanos. México, conforme a las cifras aportadas por la Secretaría de Economía, exporta un cúmulo de productos de la industria automotriz y electrónica en general. De tal manera, estamos hablando de un valor exportado de cerca de 200 mil millones de dólares. Aunado a lo anterior, el ramo de alimentos perecederos, concretamente frutas y verduras, representa un valor de doce mil millones de dólares en exportaciones hacia el país vecino, que además recibe una exportación mexicana de bebidas alcohólicas que suman tres mil 500 millones de dólares adicionales.

Diplomacia

Pero así como en lo global la dinámica de la economía ha propuesto la integración y la interdependencia positiva entre los países, al interior de los mismos, como un paso natural, las propias cadenas de suministros se han fusionado al grado de que cualquier afectación por aranceles seguramente acabará por impactar a las empresas productoras en una larga cascada hasta llegar al consumidor final.

Este posible incremento podría llevar al estadunidense promedio a pagar cerca de tres mil dólares adicionales a sus presupuestos de manera anual.

Pero también está la conveniencia canadiense para mantener el bloque económico de una forma más sólida a futuro. Es cierto que Canadá se ha vuelto hacia México con un recelo natural por la defensa de su propia economía; sin embargo, la mejor oportunidad para tal país es aprovechar la vertiginosa demanda que previsiblemente tendrá el mundo en el desarrollo y manufactura de tecnología y semiconductores, que pone a México como una cancha natural para tal actividad, de la cual tanto Estados Unidos como los canadienses pueden tomar generoso provecho.

Los vínculos que tienen nuestros países no podrían entenderse en una lógica lineal. La cantidad de contrastes y matices que existen desde la raíz cultural se conjugan ahora con varios factores de geopolítica que hacen todavía más sinuosa esa relación de la cual habló Riding en el pasado. El anticipo de negociaciones en torno del TMEC será plausible y oportuno.

Ya de sobra está recapitular sobre aquello que nos separa; temas como la seguridad fronteriza, migración, etcétera, están vistos y apuntados. Habrá que apostar por un fortalecimiento de los canales ya existentes de diálogo y fomentar la creación de frentes de negociación diversificados. Sacar nuevamente hacia adelante la diplomacia a todos los niveles y confiar en que la relación cupular entre presidentes pueda rendir frutos para una región que, de encontrar la vía, puede hacer frente a cualquier reto global en un mundo que planteará un 2025 embravecido y retador.