Con la muerte del expresidente Luis Echeverría Álvarez se cierra uno de los episodios más trágicos de la historia moderna del país. A 54 años de distancia el clamor por conocer la “verdad” sobre lo acontecido la noche del 2 de octubre de 1968 en la Plaza de la Tres Culturas de Tlatelolco se mantiene.
La voz de los pocos integrantes de aquel Comité de Huelga que aún sobreviven se escucha todavía clamando justicia. Para millones de mexicanos Luis Echeverría es uno de los villanos más conocidos de la historia del México del siglo pasado.
Su figura recia, ligada a su forma de gobernar y las anécdotas en torno de su esposa, Esther Zuno, y las guayaberas que puso de moda trazan apenas una pincelada de lo que fue el gobierno que encabezó de 1970 a 1976, así como su trayectoria política antes de llegar al cargo.
Durante más de medio siglo múltiples generaciones de universitarios y jóvenes han heredado la consigna “2 de octubre no se olvida” y año con año, a pesar de los pesares, se recuerda la tragedia y se pide justicia, a la par de castigo para los culpables.
Pero la figura de Luis Echeverría no se ligó solo a la tragedia de Tlatelolco, sino que también se ubica en el jueves de Corpus, así como en la muerte de Lucio Cabañas y en general con el desarrollo de la denominada guerra sucia y la forma en que instancias oficiales actuaron contra grupos subversivos.
Echeverría fue el último candidato a la Presidencia que surgió de la Secretaría de Gobernación. Impulsó entre otros proyectos el Centro de Estudios Económicos y Sociales del Tercer Mundo.
Durante su sexenio, en términos económicos, el país fue víctima de la inflación y una devaluación del peso frente al dólar. Una acción destacada de su gobierno para la clase trabajadora y que es poco recordada, sin duda, fue la creación del Instituto Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (Infonavit).
Veredicto
Los anales de la historia dan cuenta de que Luis Echevarría Álvarez inauguró la refinería ubicada en Tula, Hidalgo; creó el Comité para la Regularización de la Tenencia de la Tierra (Corett); el Colegio de Bachilleres y la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM); el Consejo Nacional de Población (Conapo); el Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur); el Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías (Fonart); impulsó la Carta de Derechos y Deberes Económicos de los Estados que fue aprobada por la ONU; y fundó la Universidad Autónoma de Chapingo.
Sin embargo, lo que siempre pesó sobre su figura como político fue la acción represora del movimiento estudiantil que llevó al presidente Vicente Fox a crear en 2002 la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado, a cargo de Ignacio Carrillo Prieto, cuya actividad indagatoria abarcó las administraciones de Gustavo Díaz Ordaz, Echeverría Álvarez y José López Portillo.
Resultado de esos trabajos, la Fiscalía Especializada consignó un expediente de genocidio en el que se acusaba entre otros a Echeverría, con lo que se convirtió en el primer y único exmandatario de México en ser sometido a juicio. El expediente incluía acusaciones por los hechos del 2 de octubre de 1968 y el 10 de junio de 1971.
Sin embargo fue exonerado por el caso del jueves de Corpus por considerar que los posibles delitos habían prescrito, pero en 2005 se le vinculó a proceso por la matanza de Tlatelolco, con prisión domiciliaria debido a su edad, aunque fue absuelto en marzo de 2009 porque el magistrado Guadalupe Luna Altamirano consideró que no había pruebas suficientes de que hubiera “preparado, concedido, concertado o ejecutado el genocidio”.
En general, con el deceso de Echeverría culmina aparentemente uno de los episodios que más han marcado y unido a la sociedad mexicana, pero el clamor por conocer la verdad permanece, así como el veredicto social de culpabilidad que desde el primer día dictó y ha mantenido la sociedad mexicana.