Si yo hubiera perdido un hijo por un acto de violencia exigiría con vehemencia justicia a las autoridades. No entiendo bien el argumento de quienes piensan que lo hay que pedir es la renuncia de algún político.
El secuestro y la aparente ejecución de 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa son actos de violencia inaceptables en una sociedad civilizada. Lo es también la muerte a balazos de otros tres estudiantes y tres personas más en la noche del 26 al 27 de septiembre en Iguala y que hoy, por alguna extraña razón, ya nadie recuerda.
Por supuesto que hay que reclamar justicia. Pero, ¿aprovechar la tragedia para pedir la renuncia de un político con el que no estamos de acuerdo? ¿Realmente esto es lo que pide un padre ante la muerte de su hijo?
Podría entenderse esta exigencia si el político fuera responsable de la muerte. Pero nadie ha acusado al presidente de la República de haber ordenado el secuestro o la ejecución de los muchachos ni de haber tenido alguna participación en los hechos.
Hay pruebas de que el presidente municipal de Iguala, José Luis Abarca, ordenó que los normalistas, que habían secuestrado autobuses en Chilpancingo y en Iguala, fueran detenidos. Ordenar la detención de alguien que ha cometido un delito no significa pedir su secuestro y ejecución, pero se entiende la demanda de la renuncia de Abarca y que posteriormente se le haya detenido como presunto responsable.
Abarca, sin embargo, no es Peña Nieto. Ni siquiera pertenecen al mismo partido político. Peña Nieto es priista, Abarca perredista.
No entiendo ni siquiera la renuncia del ex gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre. Si bien Aguirre pertenece al mismo partido de Abarca, el PRD, no hay tampoco ninguna prueba de que haya tenido algo que ver con los hechos de Iguala. Su renuncia se impulsó por razones políticas. No le tengo ninguna simpatía a Aguirre, pero nada tuvo que ver su renuncia con la justicia. Además Guerrero dejó de tener a un gobernador electo por los ciudadanos para pasar a tener a otro, Rogelio Ortega, que no solo no ha pasado por las urnas sino que además ha resultado hasta ahora ser peor gobernador que su predecesor.
Manipulación
No hay nada peor en la vida que perder a un hijo. Es la peor pesadilla de un padre o de una madre. El dolor nunca se acaba. Mientras uno viva, siempre quedará abierta la herida.
Pero esto no significa que se deba aceptar que un grupo político tome ventaja de la tragedia. Cuando el movimiento de Ayotzinapa no pide justicia sino renuncias de políticos, hay que volverse escépticos ante su causa.
La muerte de un hijo es algo terrible. Pero también manipular la muerte de un joven para obtener beneficios políticos. Desafortunadamente esto es lo que estamos viendo. Se ha olvidado el grito de justicia. Lo que vemos es un grupo político que busca ajustar cuentas a un presidente al que se opuso desde que era candidato.