LENGUA MUDA, LENGUA MUERTA: EL SISTEMA BRAILLE EN PELIGRO

“Discapacidad visual, en aumento”.

Esaú Sánchez
Cultura
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Desde sus inicios, el sistema braille se concibió como una herramienta para que las personas invidentes o con severa discapacidad visual pudieran acceder a libros y publicaciones.

No obstante, con el avance de la tecnología y de los contenidos audiovisuales el sistema ha sido desplazado poco a poco, puesto que además de su elevado costo resulta más sencillo que los contenidos culturales e informativos se presenten a través de audios.

Así, aunque en México la cantidad de personas con debilidad visual aumentó considerablemente en los últimos años, el braille es cada vez menos utilizado y lo digital amenaza con desaparecerlo.

Desafíos

Según el censo de 2020 realizado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) hay casi nueve millones de personas con debilidad visual o invidencia en el país.

La gran mayoría se concentra en el Estado de México, donde habitan más de un millón 300 mil; en la Ciudad de México (CDMX), con casi 800 mil; en Veracruz, con más de 650 mil; y en Jalisco, con alrededor de medio millón de personas con debilidad visual.

En el censo de 2010 había solamente un millón 292 mil 200, por lo que las afecciones visuales han aumentado en demasía. Más aún, las personas con limitaciones visuales actualmente representan más de 60% de las personas con alguna discapacidad, por lo que no es un tema menor.

Uno de los factores que contribuye a la disminución en el uso del braille es que la gran mayoría de las personas con discapacidad visual la adquieren después de los 50 años.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) las principales causas son la degeneración macular relacionada con la edad, las cataratas y la retinopatía.

Según informó en 2022 la Asociación Mexicana de Profesionales de la Edición, para las personas que adquirieron discapacidad visual en edad adulta es más sencillo servirse de teléfonos celulares, audiolibros o los sistemas digitales de reconocimiento sonoro, que son más fáciles de utilizar.

Por ello, en lugar de que la tecnología actualice este sistema de lectoescritura ha comenzado a desplazarlo. Incluso para los niños con discapacidad visual por retinopatía temprana o catarata congénita el aprendizaje está sumamente limitado: por increíble que parezca, fue hasta este año que una universidad pública y autónoma editó y publicó un libro en braille para niños.

La Universidad Autónoma del Estado de México publicó El héroe de la imaginación, de Yuritza Medellín. Durante la presentación, la autora señaló que “la mayoría de los libros en sistema braille son traducciones de trabajos que fueron hechos para personas que no tienen ningún problema con la vista”.

Accesibilidad

En los últimos meses, algunas dependencias han implementado nuevas medidas de inclusión que prevén el uso del braille para personas invidentes. En enero, por ejemplo, la Secretaría de Cultura, junto con el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), colocaron en varios museos y zonas arqueológicas estaciones táctiles de lectoescritura, con el objetivo de que el patrimonio cultural e histórico llegue a todo el público.

Tan solo en Campeche, el Museo de Arquitectura Maya Baluarte de la Soledad presenta junto con módulos táctiles una réplica de la Máscara de Calakmul; el Museo de Arquitectura Maya, una réplica de la Estela 21 de Edzná; y el de Arqueología Subacuática una jarra chocolatera.

Los trabajos para lograr la accesibilidad universal en dichos recintos empezaron en 2017, por lo que el estado se convirtió en el primero del país en recibir la distinción Turismo Incluyente que otorga la Secretaría de Turismo federal.

No obstante, aunque la cultura continúa con este tipo de estrategias, la educación parece haber llegado a un límite. Solamente la educación primaria y secundaria gozan de libros para personas invidentes e incluso ahí las ediciones empiezan a reducirse.

Según informes de la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuito (Conaliteg), durante el periodo escolar 2019-2020 entregaron 15 mil 45 libros para el mismo ciclo escolar. De estos, diez mil 680 corresponden a primaria y tres mil 635 para alumnos de secundaria. Para 2020-2021 entregaron 13 mil 848 libros en sistema braille: nueve mil 980 corresponden a primaria y tres mil 868 para estudiantes de secundaria de todo el país.

Hace un año la Secretaría de Educación Pública (SEP) realizó un foro con el objetivo de actualizar y mejorar la elaboración, edición y producción de Libros de Texto Gratuitos (LTG) adaptados al sistema braille. Aunque participaron más de 70 ponentes y se recibieron más de 100 propuestas para la mejora en la educación para personas con debilidad visual, la SEP no dio cuenta de las actualizaciones o cambios a los LTG, ni emitió un padrón de menores con discapacidad visual, como se planeó desde hace más de dos años.

En el caso de los otros niveles de educación, los exámenes del Centro Nacional para la Evaluación de la Educación Superior (Ceneval) no prevén el uso del braille para su aplicación. Más bien ordenan que el sustentante cuente “con el apoyo de una persona de confianza, asignada por la institución propuesta por él mismo, quien podrá leerle las preguntas del examen, llenar los alveolos en la hoja de respuestas o seleccionar la opción indicada en la plataforma del examen en línea”.

Según parece, el problema es que el sistema braille no ha logrado consolidarse dentro de la vida cotidiana y la participación ciudadana. Hasta hace relativamente poco que se han presentado iniciativas para expedir documentos como actas de nacimiento en este sistema, por ejemplo.

A finales de 2022 la diputada priista Carolina Dávila Ramírez presentó una iniciativa para que medicamentos, bebidas alcohólicas y otros productos tuvieran un apartado escrito en braille donde se especifiquen los riesgos o las indicaciones de consumo. La propuesta se aprobó en la Cámara Baja y se envió al Senado para continuar con la ruta legislativa correspondiente.