El 30 de diciembre de 2024, un pequeño suspiro de esperanza nació en el Centro de Conservación de Vida Silvestre de Chapultepec, un lugar emblemático no solo para los habitantes de la Ciudad de México, sino también para la conservación de especies en peligro de extinción.
Una cría de jirafa, el majestuoso Giraffa camelopardalis, vino al mundo para dar continuidad a los esfuerzos que muchas organizaciones realizan para preservar a los gigantes de la sabana africana.
El nuevo integrante de la familia es un macho que ha sido llamado Jabari, un nombre que significa “valiente” en suajili. Con esta denominación se honra la fortaleza y la energía con la que este pequeño ser, nacido tras una larga espera de 14 meses de gestación, ha llegado al mundo.
El pequeño ejemplar que ya ha comenzado a dar sus primeros pasos bajo la mirada atenta de su madre Luna, demuestra una vitalidad que llena de alegría a todo el equipo del Centro de Conservación, quienes se han dedicado con esmero a su cuidado desde el primer día.
La madre, Luna, una jirafa de seis años, ha mostrado un instinto maternal ejemplar, y el padre Valentino, también de cinco años, mantiene su papel como parte fundamental de la manada. Juntos, con sus cuidados y protección, aseguran el bienestar del recién nacido, quien ya disfruta de la compañía de otros animales de la sabana africana, como antílopes, cebras y grullas, en un ambiente diseñado para replicar su hábitat natural.
Este nacimiento no es solo un momento de alegría para los visitantes del Centro, sino también un recordatorio de la urgencia de proteger a las especies que, como las jirafas, están bajo amenaza. Según la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), las jirafas actualmente enfrentan un grave peligro de extinción, debido a la pérdida de hábitat y la caza furtiva. Su presencia en los biomas de conservación, como el que se encuentra en Chapultepec, es crucial para mantener un equilibrio ecológico que no solo beneficia a las jirafas, sino a muchas otras especies que dependen de estos ecosistemas para sobrevivir.
La Dirección General de Zoológicos y Conservación de la Fauna Silvestre, encargada del manejo de este Centro, ha implementado una serie de programas que no solo promueven la reproducción en cautiverio de especies como las jirafas, sino también la educación ambiental, generando conciencia en los visitantes sobre la importancia de preservar la biodiversidad.
El programa de enriquecimiento que se aplica en el Centro de Conservación está diseñado para estimular tanto el bienestar físico como mental de los animales, garantizando que, incluso en un entorno controlado, puedan desarrollar conductas naturales que les permitan una vida plena. En este sentido, cada uno de los animales, desde las jirafas hasta los más pequeños antílopes, son tratados con el máximo respeto a sus necesidades biológicas, lo que ayuda a asegurar su salud y fortaleza.
En este sentido, el trabajo de instituciones como la SEDEMA y la DGZCFS es fundamental. No solo están ayudando a preservar a las jirafas y otras especies, sino que también están formando a las futuras generaciones en el respeto y el cuidado por el medio ambiente.