Deforestación: el reto del sexenio

México ha perdido 190 mil kilómetros cuadrados de bosques en tres décadas, lo cual conlleva a la disminución del suministro de agua, rompe el equilibrio ecológico e incluso agrava el cambio climático global.

El gran reto
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Martha Mejía
Política
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Marta Mejía

México ha perdido 190 mil kilómetros cuadrados de bosques en tres décadas, lo cual conlleva a la disminución del suministro de agua, rompe el equilibrio ecológico e incluso agrava el cambio climático global.

El ritmo de deforestación que padece México es uno de los más intensos del planeta: de acuerdo con el Instituto de Geografía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), cada año perdemos 500 mil hectáreas de bosques y selvas, por lo que nuestra nación tiene un gran reto por delante.

Este proceso pone en riesgo de extinción a una gran variedad de plantas y animales, así como a muchas comunidades que a lo largo de generaciones han encontrado en este ecosistema un medio de vida.

Juan José Guerra Abud, titular de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), asegura que el país debe regresar su liderazgo a nivel internacional y necesita cuidar de sus recursos naturales, porque en 30 años México ha perdido 190 mil kilómetros cuadrados de bosques.

Explicó que esta área perdida equivale, después de Chihuahua, al segundo estado más grande del país: “Para que lo dimensionen, estos kilómetros son nueve veces la superficie del Estado de México. Lo malo es que, pese al esfuerzo que se ha hecho, sigue habiendo deforestación”.

Distrito Federal

De igual forma, durante los últimos diez años, en el Distrito Federal 553 asentamientos irregulares arrasaron con dos mil 151 hectáreas de suelo de conservación citadino, superficie superior a las tres secciones de Chapultepec juntas, que abarcan 700 hectáreas.

Hasta 2010, el inventario de asentamientos del IV Informe de labores de la Secretaría de Medio Ambiente del DF reconoció que dos mil 151 hectáreas están en proceso de urbanización.

Las autoridades capitalinas reconocen 186 invasiones en zonas boscosas de Tlalpan, que es el territorio más amenazado por asentamientos irregulares que pretenden urbanizar 980 hectáreas.

Milpa Alta, con 122 asentamientos, extendidos sobre 403 hectáreas, es la segunda demarcación más afectada; y le sigue Tláhuac, con 83 asentamientos distribuidos en 411 hectáreas.

Los bosques de Cuajimalpa tienden también a desaparecer con el establecimiento de 68 asentamientos en 255 hectáreas.

En el inventario figuran también Iztapalapa, Gustavo A. Madero, Magdalena Contreras y Álvaro Obregón.

¿Qué perdemos?

En opinión de Carlos Escalante Sandoval, de la Facultad de Ingeniería de la UNAM, “la principal causa de la deforestación es el cambio de uso de suelo para convertir los bosques en potreros o campos de cultivo.

Esa práctica ha sido fomentada por todos los niveles de gobierno, sin que hayan podido comprender del todo sus múltiples beneficios ni su carácter vital”.

Escalante subraya que en México la tala inmoderada de selvas y bosques afecta de manera negativa la estructura y funcionamiento de los ecosistemas, lo que produce modificaciones en el ciclo hidrológico, incide en el calentamiento global y, consecuentemente, repercute en el incremento en la frecuencia y severidad de sequías, lluvias intensas e inundaciones.

Escalante Sandoval menciona que estos fenómenos pueden generar extinción local o regional de especies, pérdida de recursos genéticos, aumento de plagas, polinización de cultivos comerciales, alteración de los procesos de formación y mantenimiento de los suelos, así como reducción de la recarga de acuíferos e incremento en la vulnerabilidad ante un desastre natural.

“La clave para combatir estas graves dificultades es la reforestación. Es necesario comprometernos seriamente con este tema, de tal manera que logremos que todos como ciudadanos nos involucremos y nos dediquemos a sembrar y proteger el medio ambiente”, dice.

¿Cómo recuperarlo?

El nuevo titular de la Semarnat señala que para frenar este escenario se tiene que fortalecer a la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa):

“Esta es una de las prioridades más importantes”.

Guerra Abud asegura que se tiene que fortalecer también a la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) porque, si bien actualmente hay 175 zonas bajo este esquema, sólo 50% cuenta con planes de manejo; es decir, una guía sobre cuáles deben ser las acciones para conservar estas áreas.

Sobre el programa ProÁrbol, que en su primer año de operación incumplió con las metas de reforestación, señala que se tiene que revisar pero “hay que reconocer que ha cumplido con objetivos, como el pago de servicios ambientales”.

Ayuda extra

Para este propósito, en noviembre pasado el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) dio a conocer que México recibirá 15 millones de dólares en asistencia financiera y técnica para apoyar los esfuerzos de mitigación del cambio climático.

El programa creará una línea de financiación exclusiva, accesible a las comunidades y ejidos o sus miembros, para realizar proyectos bajos en carbono en zonas forestales en cinco de los estados con los niveles más altos de pérdida neta de bosques, que son Oaxaca, Yucatán, Quintana Roo, Jalisco y Campeche.

El proyecto es respaldado por el Programa de Inversión Forestal (FIP) del Fondo Estratégico sobre Clima, que apoya a los gobiernos en sus esfuerzos para reducir las emisiones derivadas de la deforestación y la degradación.

El programa incluye un préstamo de diez millones de dólares para financiamiento de proyectos que deben garantizar beneficio económico para las comunidades y, a la vez, generar beneficios ambientales a través de la reducción de la tala de bosques y promover la mejora de las reservas de carbono.

Por otra parte, una donación de cinco millones de dólares proveerá asistencia financiera y técnica para apoyar a proyectos individuales. Asimismo, fortalecerá las capacidades técnicas, financieras y de gestión a nivel de ejido y comunidad para llevar a cabo estrategias de bajo carbono.

El BID señala que el programa es un proyecto piloto que permite obtener resultados para su aplicación en otras áreas clave geográficas del país.

Financiera Rural será quien lleve a cabo el programa, que prevé un período de diez años para ser ejercido.

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