Por: Claudia Luna Palencia
El mundo se ha convertido en una vorágine de sicosis tras los atentados del 13 de noviembre en París, reubicando nuevamente al terrorismo de grupos extremistas con una ideología explícita en el ojo del huracán y en el foco de preocupación de las agendas de seguridad interna y estratégica de muchos gobiernos de buena parte del planeta.
Y tal parece que, como ciudadanos de la pequeña gran aldea global, deberemos acostumbrarnos a vivir con esta herida: “Sin lugar a dudas, aunque ahora se comenzarán a hacer las cosas bien, esta amenaza nos acompañará todo el siglo XXI”, afirma José María Gil Garre, director del Departamento de Estudios sobre Terrorismo del Instituto de Seguridad Global.

Bajo la expresión más horrenda del yihadismo del grupo Estado Islámico (EI) son reclutados miles de afiliados por medio de las redes sociales, convertidos en voluntarios para engrosar sus filas tanto en Irak como en Siria, al punto de convertirse en una tropa de 30 mil personas.
Concentrado poder económico, obtenido poder militar, así como la conformación de un ejército, el EI reúne todos los elementos para ser catalogado como una advertencia para la frágil paz global, que algunos políticos empiezan a advertir como un desencadenante para una tercera guerra mundial.
Para Gil Garre se trata más bien de un escenario de guerra novedoso de dimensiones internacionales desplegado de forma asimétrica: “Estamos quizás ante lo que podemos calificar de nuevo paradigma: no se trata de una guerra con fronteras o ejércitos definidos”, dice a Vértigo.
En ese trasvase de fronteras el terrorismo unicelular implica un serio desafío, tanto nacional como internacional, para contar con un frente común contra un enemigo que funciona hasta como un lobo solitario.
México no está exento de las advertencias del grupo anarcoterrorista que busca pulverizar las libertades y a todos los seres humanos que no piensan ni sienten como ellos: buscan sembrar la semilla del odio para cosechar la destrucción de la civilización.
En esa tesitura, para el experto en terrorismo yihadista hay una cada vez más intensa comunicación por redes sociales de elementos del terrorismo yihadista con Latinoamérica.
“Conocemos de chilenos, brasileños y de otros países que están incorporados a las estructuras terroristas o se vinculan con ellas. Latinoamérica está en el horizonte de este fenómeno criminal. Si la región cree que es ajena al mismo se equivoca: si analizamos con detalle algunas cuestiones veremos la porosidad que existe”, advierte.

La ventana que domina el EI es la de la realidad virtual. Desde allí, subraya Gil Garre, adoctrinan, ideologizan, fanatizan, captan, se financian y extienden su terror.
Con un contexto desdibujado, ¿cómo se avizora 2016?
Gil Garre responde en entrevista exclusiva: “Se va a mantener la misma situación: amenazas, atentados y respuestas cortoplacistas”.
—¿Podemos hablar del terrorismo como una industria global?
—No soy partidario de adherir nuevas nomenclaturas al terrorismo de etiología yihadista; por lo tanto, no lo calificaría nunca de industria. Es un fenómeno criminal de carácter internacional que ciertamente mueve cantidades económicas que son difíciles de precisar. El terrorismo yihadista se interrelaciona con otros elementos del amplio espectro criminal: desde el tráfico de enervantes al tráfico de personas; desde el contrabando de tabaco a los secuestros o al tráfico de armas. El EI, o ISIS, domina un territorio en el que ha generado una economía interna con el petróleo e impuestos. La globalización económica llegó al mundo del crimen y de la violencia antes de que operara plenamente tal concepto en las relaciones internacionales…
—Ideológicamente, ¿qué quiere el EI?, ¿destruir a Occidente?, ¿dominar a Oriente Medio?, ¿acabar con Israel? O todo es el control del petróleo...
—Mantiene un discurso seudorreligioso, en el sentido de conquistar el mundo para la creación de la Ummah. Es decir, una comunidad mundial donde el Islam, o mejor dicho una incorrecta interpretación del Islam, impere. Quieren que los infieles se conviertan o mueran. Esta gente no plantea ni siquiera una posición de diálogo, y cuando observo a políticos en posiciones de buenismo frente a este fenómeno me sorprende: ¿alguien puede llegar a pensar que se puede negociar con quien se dedica a decapitar a seres humanos?”
—¿En qué es diferente el terrorismo del EI respecto de grupos como Septiembre Negro, ETA o el IRA?
—El terrorismo del ISIS no es diferente del de Al-Qaeda. Digamos que estos dos son actores singulares dentro de ese fenómeno: tienen una motivación o justificación falaz en lo religioso, una teleología (objetivo final) global, actúan de manera internacional… Los grupos que usted me cita son expresiones terroristas con motivación política pura, vinculada a pretensiones sociales de ámbito definido, especialmente el soberanista respecto de un territorio. En el caso del terrorismo yihadista, el territorio que ambicionan es el mundo.
—¿Realmente el EI es una bifurcación de Al-Qaeda; tiene algún nexo con Boko Haram?
—ISIS es el acrónimo de Islamic State Irak and Siria; es decir, Estado Islámico de Irak y Siria. Este sería el nombre anterior al de Estado Islámico. El ISIS es la evolución del grupo que conocimos como Al-Qaeda en la tierra de los dos Ríos, o lo que es lo mismo Al-Qaeda en Irak, grupo que surge en el contexto de la guerra organizada por Estados Unidos contra Irak en 2003, con base en mentiras como la existencia de armas de destrucción masiva o la amenaza yihadista en la Irak de Saddam Hussein.
Así pues, añade Gil Garre, “la respuesta es afirmativa: es un grupo terrorista que nace de la estructura internacionalizada de Al-Qaeda. Boko Haram es un grupo terrorista vinculado al terrorismo yihadista, que estaba vinculado a Al-Qaeda y que ahora ha rendido pleitesía al ISIS y a su seudocalifa, Abu Bakr al-Baghdadi”.

Respuestas
—¿Por qué Occidente ha demorado tanto tiempo en reaccionar contra esta lacra?
—Occidente, y en general la comunidad internacional debe ser acusada de mantener una conducta errática en relación con el terrorismo yihadista. Responde de manera simplista frente a un fenómeno muy complejo. Se apuesta por soluciones bélicas solamente cuando esta amenaza multidimensional requiere respuestas poliédricas. Allá donde el terrorismo se manifiesta de forma bélica habrá que responder bélicamente y donde se expresa asimétricamente, como terrorismo puro y duro, no cabe más que inteligencia, policía y jueces.
Pero no solo basta con este tipo de respuestas, agrega el especialista: “Hay que añadir cambios sociales, educativos y culturales. Estamos ante un fenómeno muy complejo y amenazante que nos va a acompañar durante años”.
—¿Lo que estamos viviendo ahora son las consecuencias del 11-S o el fracaso de la Primavera Árabe?
—El 11-S, por el tipo de atentado y consecuencias del mismo, fue un punto de inflexión; pero el terrorismo yihadista ya había intentado años antes derribar las Torres Gemelas. Occidente viene sufriendo atentados, en la expresión que hoy conocemos, desde los ochentas. El fracaso de las denominadas primaveras árabes es causa de la intensificación de este terrorismo. En primer lugar, las llamamos primaveras árabes como si aquellas revueltas se produjeran en un único contexto, como si Egipto fuese lo mismo que Siria, o Túnez lo mismo que Libia. El simplismo con el que los periodistas y medios de comunicación tratan estas cuestiones es lamentable. Creo que solo hubo una verdadera Primavera Árabe, la de Túnez, y la democracia surgida ahí aún es muy débil y por eso el mundo debería volcarse en ayudar a ese país.
—Tal parece que la pacificación no se conseguiría con la simple salida de Bashar al-Assad de Siria. ¿Cómo lograr una paz duradera en la región?
—¿Pacificación? En el sentido de neutralizar esta amenaza me parece que no es algo que podamos ver en un horizonte cercano... Hemos de tomar conciencia de que este fenómeno requerirá mucho tiempo, porque no es algo que se circunscriba a un escenario bélico concreto. Podemos aspirar a la eliminación de este peligro terrorista elaborando una respuesta compleja en el sentido que antes mencionaba. Es un fenómeno multidimensional y eso exige una respuesta adecuada.

Rusia
—Hay quien interpreta lo de Siria e Irak como una lucha intestina entre suníes y chiies; otros, como una guerra entre potencias con marcados intereses en la región. ¿Quién tiene la razón?
—Ese es uno de los componentes que puede explicar parte de este escenario que estamos viviendo, pero en el pasado hemos visto cómo terroristas de etiología chii y suní se han unido cuando han perfilado un enemigo común.
El mandatario ruso, Vladimir Putin, en unos días ha pasado de ser el vecino antipático de la Unión Europea (UE, a la que además ha amenazado varias veces con cerrarle el grifo del gas y petróleo tras los roces generados por lo de Ucrania) para convertirse en un aliado que inclusive apoya al presidente de Francia, François Hollande, y tiene gestos como el de enviarle un perrito.
—¿Marcará esto el principio de un nuevo acercamiento entre la UE con Rusia?
—Europa debe tomar conciencia de que el diálogo con Rusia no puede estar permanentemente predeterminado por la posición de Estados Unidos. Europa debe ser un actor con voz propia; hasta el momento se ha manifestado con un nivel de mediocridad muy importante.
—La distancia táctica del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, para no entrar de lleno en apoyo de Francia responde únicamente a su ambiente preelectoral o considera que hay más mar de fondo...
—Estados Unidos debe sentir mucha vergüenza por la guerra de 2003, que está muy vinculada con la situación que hoy vivimos. Una guerra en la que no consiguió más que abrir a Irak al terrorismo yihadista. Una guerra en la que murieron miles de personas y que fue justificada por tres líderes, como Bush, Blair y Aznar, con mentiras de grueso calibre. Blair ha pedido disculpas. Estados Unidos, con sutilezas pero ha reconocido que aquella guerra fue justificada en mentiras. Pero allí tiene a José María Aznar, que aún hoy reivindica lo de 2003 como si fuese algo aceptable. Aquel pecado, aquella ominosa guerra, hoy frena una lícita acción multinacional. El mundo está actuando de tal manera que con su respuesta está dando una victoria argumental a los terroristas.
Perspectivas
—¿Usted, como especialista en la materia, cree que terminaremos viendo a la OTAN apoyando a Hollande?
—En mi opinión veremos tropas internacionales actuando en tierra.
—Hay unos países geoestratégicamente más sensibles que otros de ser blancos de nuevos atentados por parte del EI...
—En Europa la amenaza se mantiene sobre Francia, Bélgica, Italia, España y Gran Bretaña, sin descartar cualquier otro lugar en acciones de lo que se llama lobo solitario. Estados Unidos será escenario de ataques, o por lo menos lo intentarán.
—Nuestro futuro inmediato será de menos libertades en pro de la seguridad, menos Estado civil y ¿más Estado militar?
—Si fuese así como consecuencia de los atentados terroristas, entonces le habremos entregado un triunfo más a los propios terroristas…

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