Un dolor real, la segunda película dirigida por Jesse Eisenberg, es una de esas rarezas necesarias: un filme íntimo que mira de frente tanto el trauma histórico como la fragilidad individual sin volverse solemne ni indulgente. La historia sigue a David (Eisenberg) y Benji (Kieran Culkin), dos primos que se embarcan en un tour por Polonia para reconectar con sus raíces judías y rendir homenaje a su abuela fallecida, sobreviviente del Holocausto. Lo que parece un viaje memorial se transforma en una exploración entre el peso de la historia y las pequeñas heridas cotidianas.

“Compromiso profundo por traducir la teoría en soluciones prácticas para el bienestar colectivo”.

Este Índice se consolida como una herramienta clave para generar estrategias de impacto social dentro de la compañía

Unos 33 millones de niños de 15 países sufren retraso del crecimiento, la manifestación más letal de la desnutrición

Integrado totalmente por mujeres.

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